Por Yamiri Rodríguez Madrid
Corría el año de 1980. Tomás Borge, revolucionario y poeta
nicaragüense, calificaba en una entrevista con el maestro Julio Scherer García,
a la soberbia como un monstruo, pues hace a los hombres ilusos. Los fabrica.
Las víctimas de la soberbia se sueñan superiores. Al ex gobernador Javier Duarte y a muchos de
sus ex colaboradores los consumió precisamente ese monstruo. Vivían como si no hubiese un mañana, dentro
de una burbuja donde todo era perfecto.
Pero esta administración sigue los mismos pasos. Estamos llenos de soberbios.
Un fiscal que trata con indolencia a los
familiares de los desaparecidos y ocupa su tiempo en banalidades en redes
sociales, cual Paris Hilton o Kim Kardashian.
Tenemos a un ex funcionario de la Comisión del Agua del Estado de
Veracruz (CAEV), Rafael Jesús Abreu Ponce, cortado con la misma tijera: culpa a
los medios de sus fallas y expone sus frivolidades en su Facebook y Twitter.
Claro, emulan
el ejemplo del padre político, que ante la mínima crítica esgrime que los
medios señalan porque no hay un convenio de por medio, y creen que transitan
por el camino correcto, sin ver la violencia desbordada, unas finanzas
resquebrajadas y una operación política deficiente.
Así, en el
yunismo prevalece la máxima de o estás conmigo o estás contra mí. Si me critican es porque quieren dinero; es
porque son priistas; es porque son morenistas.
En su
descargo, no son los primeros ni los últimos, desafortunadamente, de sufrir de
ceguera política provocada por una aguda soberbia. Así ha sido siempre. Lo que antes criticaban es lo primero que
hacen una vez que se están en el poder y hasta sueñan que pueden llegar mucho
más allá, como a Los Pinos por ejemplo. Lo peor es que quienes sufren los palos
de ciego, son los veracruzanos…
@YamiriRodríguez
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