Yamiri Rodríguez Madrid
Muy respetado como investigador
de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la
Universidad Veracruzana (UV), Martín Aguilar Sánchez ha dejado mucho que desear
como rector: gris y, sobre todo, sin un legado para la máxima casa de estudios
de la entidad.
Han sido múltiples las
marchas de los estudiantes ante un cúmulo de casos de presunto acoso y hostigamiento,
y el rector no lo ha tomado en serio. Ha sido tibio y sumiso en los temas que
le pegan a la educación superior pública del país y, lo que es peor, él solo
abrió la puerta a la especulación y al escarnio con una serie de acciones que
ha venido tomando en los últimos meses, poniendo también en entredicho la tan
peleada autonomía universitaria. No hay obras magnas; por el contrario, son
constantes las quejas de los universitarios.
Su gestión inició el 1 de
septiembre de 2021 y habrá de concluir el 31 de agosto de 2025; pero el año y
meses que le restan, nos cuentan, está enfocado en pavimentar el camino a su
reelección, pese a los escasos resultados.
Obviamente esto ha
generado descontento en una buena parte de la comunidad universitaria, pues la Universidad
Veracruzana, dicen no puede pasar otros cuatro años en las tinieblas, sin
avanzar.
De todas las
universidades públicas del país, solo la UNAM destaca a nivel latinoamericano y
mundial. Siendo más laxos, la UV,
tristemente, ni siquiera está en el top ten de las nacionales, aun y cuando
hace tiempo había carreras que eran consideradas las mejores del país. Pero
eso, claro, no está dentro de las prioridades del rector Aguilar.
Una pena en verdad porque
hace mucho tiempo que la UV está olvidada; el último gran legado que le dejaron
fue la sala de concierto Tlaqná, ejemplo nacional, que se concibió y concluyó
en la rectoría de Raúl Arias Lovillo.
Después de eso, solo cortinas de humo y así, han tenido el descaro de
reelegirse.
@YamiriRodriguez
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