Introducción
En 2007, durante la segunda sesión del Seminario sobre Relaciones Internacionales, organizado por el Colegio de Veracruz (Colver) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), el embajador Juan Artola y la maestra, Karina Arias Muñoz, abordaron la problemática nacional e internacional de la trata de personas.
Fue de especial interés lo expuesto por el Jefe de la Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en nuestro país, específicamente en lo que hace referencia a la trata de las mujeres e infantes para el turismo sexual.
Y es que según lo dicho por el diplomático, si bien no hay estadísticas fidedignas en la materia, en América Latina año con año más de 100 mil mujeres son conducidas con engaños a países como Estados Unidos, Holanda, Alemania, Bélgica, Israel y Japón, aunque también muchas centroamericanas se quedan en tierras aztecas forzadas, en la mayoría de los casos, a ejercer la prostitución. Peor aún, es que esos mismos datos arrojan que más de 2 millones de niños son explotados sexualmente.
21 entidades federativas mexicanas –conforme a datos proporcionados en dicha conferencia-, están hoy relacionadas con el llamado turismo sexual. ¿Estaremos listos para hacerle frente a dicha problemática transfronteriza o nos convertiremos en un destino más de prostitución y pedofilia para los extranjeros?
México, ¿otro paraíso más del turismo sexual?
Ahondando en el caso de México, Juan Artola, quien fuera consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y para los Refugiados, explicó que en lo que hace a la trata de personas nuestro país se encuentra entre las primeras 28 naciones del mundo con este problema, mientras que a nivel América Latina es el quinto; de hecho, según un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos, México fue considerado en el 2006 como un punto de origen importante para el comercio sexual.
Si bien el problema de la trata de personas es extenso y con diversas variables, considero de suma importancia la problemática tanto nacional como internacional que se enfrenta con el llamado turismo sexual y por ende, la pederastia.
De acuerdo con información expuesta en el Seminario sobre Relaciones Internacionales por el Embajador, en el país existen 21 estados que enfrentan el problema de la explotación sexual, entre estas Ciudad Juárez, Tijuana, Tapachula, Acapulco, Cancún y Guadalajara.
Empero, aunque Veracruz no fue mencionado –tal vez por cuestión de espacio en las diapositivas-, también esta sufriendo de este mal cuya legislación enfrenta un vacío en el país.
Conforme a notas periodísticas de medios estatales, periódicamente se registran detenciones de bailarinas extranjeras, principalmente en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, además de que esporádicamente se han encontrado a menores laborando en los centros nocturnos.
Sólo basta revisar la sección de anuncios oportunos de los principales diarios de circulación estatal, o los panfletos de los denominados table dance, en donde se ofrecen los servicios de colegialas, o exóticas bailarinas traídas de Argentina, Brasil o algún país europeo, sitios a los cuales se permite únicamente el ingreso de quienes tienen el suficiente capital para pagar el tales lujos: empresarios y políticos.
Pero a la par, el turismo sexual está proliferando a través de las páginas de internet, siendo una de las más recientes y polémicas la de Poza Rica al Desnudo, donde jóvenes de esa ciudad del norte de la entidad, muchas de ellas menores de edad, colocaban sus fotografías posando semidesnudas o desnudas e incluían sus datos generales.
Lo cierto es que, como decía Juan Artola, el problema radica en la ausencia de una ley en la materia que penalice el trato de personas, que homologue las disposiciones legales estatales con el Código Penal Federal, específicamente en su artículo 201 bis 3, referente al turismo sexual.
De ahí que como en muchos otros ámbitos, el riesgo que se corra es el de quedarnos únicamente con la intención de hacer algo por enfrentar el problema, pues siempre hay otros intereses que ponderan.
Conclusiones
Si bien México fue un impulsor del Protocolo de Palermo del 2000, las confrontaciones políticas entre bancadas en el Congreso de la Unión, mantienen en la congeladora la iniciativa en la materia.
Cuanto más tardemos en atacar este mal, más crecerá el cáncer tal y como ha sucedido en otras latitudes. Esta problemática la hemos visto crecer y perder control en países altamente marginados como Filipinas o incluso Cuba, donde el turismo sexual se ha convertido en su principal atractivo, principalmente para viajeros de nuestro vecino país del norte o de Europa.
Ahí están también muchos países asiáticos donde niñas de 10 o hasta menos años, son prácticamente prostitutas profesionales que se venden por unas cuantas monedas a los extranjeros.
México aún está a tiempo de detener esta vorágine, de evitar convertirse en un oasis del turismo sexual para el mundo, pues aunque el problema se trate de tapar con un dedo, ahí está, y está creciendo.
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