Por Yamiri Rodríguez Madrid
Desdeñable
lo que sucedió en Minatitlán en donde algún psicópata -porque no se le puede
definir de otra manera-, le prendió fuego a un indigente quien, horas después,
desafortunadamente perdió la vida.
Tomás
Hobbes decía que el lobo es el lobo del hombre y vaya que tenía razón pues, lo
sucedido en el sur de Veracruz, como en muchos otros lugares del país, nos
habla del nivel de descomposición social que estamos viviendo.
El
móvil no era delincuencia común ni una vendetta, era simplemente, dañar,
lastimar, por el simple placer de hacerlo.
Es
cierto: criticamos el deficiente actuar de las autoridades para frenar la ola
de violencia en nuestro estado pero, hechos como este, son un indicador de que
desde el núcleo familiar hay una terrible falla; que no inculcamos valores, que
el respeto y la compasión no existen en el diccionario de muchas personas.
Veracruz,
al igual que otras entidades, tiene un problema de indigencia; vemos en las
calles, deambulando, durmiendo, a muchas personas con problemas económicos, con
padecimientos mentales o con problemas de drogas. Los albergues para ellos son insuficientes,
además de que el DIF no puede obligarlos a permanecer en estos.
Hoy
corren peligro. Hace más de una década en Brasil este problema se recrudeció
pues niños en situación de calle eran asesinados, vejados. Ahora esta problemática la tenemos frente a
nosotros, un desafió para los organismos de asistencia social.
No
han aparecido familiares que lo lloren, tal vez vaya a la fosa común este pobre
hombre pero, como ciudadanos, como seres humanos, debemos exigir justicia y
años de cárcel para el o los responsables de tan artero crimen. ¿Hasta dónde hemos llegado? Lo cierto es que
no podemos, no debemos acostumbrarnos a vivir así, a normalizar la violencia, a
ser indolentes ante el sufrimiento del otro, aunque éste no tenga nombre para
la sociedad, no tenga techo, no tenga nada.
@Yamirirodriguez
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