Por Yamiri
Rodríguez Madrid
El viernes
pasado se inauguró, en Xalapa, la Feria Internacional del Libro Universitario
(FILU), con la presencia de decenas de casas editoriales nacionales y
extranjeras.
Como cada año,
cientos de personas se dan cita para recorrer sus pasillos; empero, la mayoría
de los que asisten solo van a curiosear. pues el alto costo de los libros,
supera la realidad de los bolsillos.
Si bien hay
libros para todos los poderes adquisitivos, las novedades editoriales ya resultan
exorbitantes, por eso, son muchos los visitantes quienes piden precios, pero
muy pocos los que salen con libros bajo los brazos.
Por ejemplo, en
el stand de España, el país invitado, los libros cuestan en promedio 900 pesos,
tal vez por la conversión de euros a pesos.
Otros, donde se venden libros de segunda mano, cuestan lo mismo que uno
nuevo.
Un hombre
preguntó cuánto costaba un libro de Julio Verne, al responderle que 600 pesos,
dio las gracias y siguió recorriendo. Dicha
escena se repite a cada rato.
Larousse por
ejemplo, ubicado en una esquina, cada año vende un poco menos, pues ahora con
Internet, la gente ya no compra enciclopedias, ni libros especializados.
En un país en
donde en promedio leemos un libro al año, el alto costo de los libros
representa siempre una limitante pues, difícilmente con un salario mínimo se
puede comprar un libro.
Eso sí, siempre
es grato recorrer la FILU, encontrarse con los escritores en los pequeños
pasillos, escucharlos en los foros académicos, por lo que este es un evento que
da identidad a la capital veracruzana.
Hay menos casas editoriales
que en otros años, costos más elevados, aunque lo cierto es que la misma
emoción por encontrar un título que ya no se editaba, o un ejemplar que era difícil
de conseguir, solo se encuentra cada año, en los pasillos de la Feria
Internacional del Libro Universitario.
@YamiriRodríguez
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