Por Yamiri Rodríguez Madrid
No había pasado el susto que se llevaron
los habitantes del Puerto de Veracruz, al incendiarse un barco cargado de
gasolina y diésel, cuando una bodega clandestina de combustibles estalló en la
colonia Playa Linda. Hoy, se habla de
los operativos, de la Protección Civil, pero, ¿quién se anima a hablar de los daños al medio ambiente con los
combustibles derramados al mar, con las emisiones generadas por las quemas?
De acuerdo con la información oficial,
emitida por Petróleos Mexicanos (PEMEX), el buque tanque
Burgos, que transportaba poco más de 160 mil barriles de gasolina
y diesel proveniente de Pajaritos, sufrió un incendio en dos de los tanques
situados en la proa, mientras se encontraba anclado en la zona de fondeo. El
accidente ocurrió a las 11:40 am y tardaron horas en poder sofocarlo, ante la
mirada atónita de miles de personas que, desde el Malecón, inmortalizaban la
visión apocalíptica.
Los bomberos arriesgaron la vida con lo poco que tenían a la mano: tarde
llegaron los 70 mil litros de líquido espumante y 3 mil 200 metros lineales de
barreras de contención que tuvieron que traer de otras partes del país.
Hoy nos dicen que el doble casco de la embarcación impidió que el
líquido fluyera fuera del barco y, que el combustible observado en el mar, fue
sobre todo la mezcla con el agua utilizada para sofocar el incendio. Que el
Burgos transportaba productos ligeros que, a diferencia del petróleo crudo, se
caracterizan por su alta volatilidad, lo que facilita su evaporación.
Y aunque la
Secretaría de Marina (SEMAR) realizó un reconocimiento preliminar alrededor del
barco, en cual supuestamente no se detectaron restos de aceite en el mar, los
buzos y expertos porteños dicen que sí hay un daño, pues a su evaporación no es
inmediata y, a diferencia del crudo, no puede ser acopiada y vaya que sabemos
de eso pues en Coatzacoalcos eran tiro por viaje los derrames de petróleo.
Una semana
después, el domingo 2 de octubre, explotó una bodega clandestina repleta con
combustibles: lo que no se incendió, provocando una inmensa humareda negra
durante horas, se fue libremente por las calles. Ante el incidente el Ejército tuvo que
implementar el Plan DNIII pero, ¿qué están respirando hoy los porteños?
¿Comería usted con toda confianza el pescado y marisco de estas aguas del Golfo
de México? ¿Se echaría un chapuzón en Villa del Mar?
Ya ni
mencionar los años que tuvieron que pasar, hasta que todos los hoteleros
dejaron de tirar sus aguas negras a la bahía.
Los accidentes se registran aquí mismo, donde está localizado el Parque
Nacional Arrecifal Veracruzano, con sus 17 arrecifes de más de 10 mil años.
Aquí, donde los humedales fueron masacrados por hacer fraccionamientos y plazas
comerciales, como fue el caso de Tembladeras. Aquí donde en 2003 el buque
Martinika, con sus 3 mil toneladas de chatarra se hundió. Aquí, en Veracruz, donde ante el daño
ambiental, tampoco pasa nada.
@YamiriRodríguez
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