Por Yamiri Rodríguez Madrid
Ubicada en la
calle 24 de Febrero, en la colonia
Dos de Abril de Xalapa, Casa Veracruz ha tenido una cruenta historia. Lo que
fue un establo terminó siendo una residencia saqueada por sus últimos
moradores.
Fue en el sexenio de Fernando Gutiérrez Barrios cuando la
propiedad, con una casa muy sencilla pero de buen gusto, propiedad del
licenciado Carlos Becerra Padilla, se adquirió para ser la morada de los
mandatarios veracruzanos. Así, por sus jardines hicieron política Don
Fernando, Dante Delgado Rannauro y Patricio Chirinos Calero.
Miguel Alemán Velazco fue el único que no la vivió y, en su
lugar, la convirtió en oficina gubernamental.
Vino luego Fidel Herrera Beltrán, quien llevó a cabo
remodelaciones y la volvió a abrir a los veracruzanos, por lo menos en el mes
de diciembre, para hacer posadas y tamalizas, muy al estilo de sus antecesores.
Eso sí, quienes estaban encargados de la Casa llegaron a cobrar
a alcaldes para poder acceder a la residencia, y hasta tours privados daban con
una módica de por medio. Ni qué decir de
los licores caros que por arte de magia se desaparecían.
Hoy, es una vergüenza lo que ha pasado con esta casa. Tras la toma este domingo, por parte de los
presidentes municipales del PAN y del PRD, es como nos enteramos que arrasaron
con todo lo que ahí había: pantallas planas, computadoras, cuadros y demás ornatos.
¿Qué hará ahora el Instituto Veracruzano de la Cultura ante la
rapiña de los cuadros, fondos del Museo de Arte del Estado, que fueron traídos
a Casa Veracruz? Hasta ahora nadie sabe a ciencia cierta cuáles son las piezas
de este legado pictórico de los veracruzanos pero todas son, sin duda alguna,
de gran valor.
¡No se llevaron los pavorreales porque ya no les dio tiempo en
su fuga! Fueron millones de pesos los que se destinaron en los últimos años
para dejarla “al nivel” de un gobernador: con un inmenso salón, el Yanga, donde
se ofrecían comidones lo mismo que a presidentes municipales que a la
prensa. En la parte baja de éste, un
auditorio con una pantalla tipo cine que sirvió, en varias ocasiones, para ver
los partidos de futbol.
La casa estilo californiano siempre estuvo decorada con muy buen
gusto, caro, exquisito. Varias
camionetas Suburban blancas, con el
símbolo de San Benito en la retaguardia, siempre estacionadas en los dos
frentes y al interior, un avispero de guaruras con chalecos antibalas y sus
respectivos chícharos. Ahí no entraba ni
un alfiler si no estaba anotado en la lista.
De ahí que nadie se diera cuenta, hasta ahora, que se llevaron
todo lo que con esfuerzo los otros gobernadores aportaron a la casa. Si se robaron miles de millones de pesos,
¿por qué no arrasar también con los cuadros?
@YamiriRodríguez
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