Yamiri Rodríguez Madrid
Se está yendo una
generación de políticos veracruzanos. Esta semana, se fueron tres personajes
que fueron parte del quehacer político en la entidad: Rafael Murillo Pérez,
Fernando Charleston Salinas y Mario Tejeda Tejeda; los tres priistas, los tres
exfuncionarios estatales, los tres, parte de una generación que se está acabando.
Rafael Murillo Pérez,
quien falleció el pasado 29 de diciembre, fue secretario de Finanzas y
Planeación (Sefiplan) en el sexenio de Fidel Herrera Beltrán; de los pocos que
pasó por esa silla sin mancha alguna. El
contador fue Tesorero en el gobierno de Rafael Hernández Ochoa y hasta
secretario de Finanzas de la Universidad Veracruzana (UV), su alma mater donde
también fue académico y el primer presidente de la Fundación UV.
Dos días después se fue Fernando
Charleston Salinas, quien fue el primer secretario de Trabajo y Previsión
Social en la entidad, con el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco. Tuvo una larga carrera política, con cargos
como diputado federal por el distrito de Coatzacoalcos, su tierra, así como
magistrado del Tribunal Superior de Justicia en el estado. En los últimos años se dedicó a la función
notarial.
El 1 de enero se fue
Mario Tejeda Tejeda, un personaje muy querido en el priismo veracruzano. Durante
muchos años ocupó carteras administrativas en el partido y fue dirigente
estatal de la organización política Vía Veracruzana.
Con la muerte de estos
tres icónicos veracruzanos, se empieza a ir una generación de priistas, de
políticos veracruzanos de la vieja escuela. Lo que preocupa es que los que
vienen atrás, los que se suponen ocuparán esos espacios, no están preparados en
su mayoría, sus carreras son de microondas y, lo que es peor, sus ideales son
de veleta: cambian elección tras elección, no como los políticos de antes, que
nacían en un partido y se morían en él. Descansen en paz.
@YamiriRodriguez
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