Yamiri Rodríguez Madrid
La necedad del
rector de la Universidad Veracruzana (UV), Martín Aguilar Sánchez, de no dar su
brazo a torcer con su permanencia al frente de la máxima casa de estudios y del
grupo que puya para tumbarlo, está ya pasándole factura no solo a la comunidad
universitaria, sino a una parte de la población.
Xalapa ha sido,
durante décadas, una ciudad que ha vivido de la burocracia y de la vida
estudiantil. Al estar aquí la sede de la UV, sus múltiples campus e instalaciones,
año con año, cientos de jóvenes llegan a este punto de la entidad veracruzana a
estudiar, lo que trae dinamismo económico.
Las y los estudiantes buscan pensiones y departamentos para vivir, usan
el transporte público, gastan en cocinas económicas, papelerías y hasta en
bares universitarios. Hoy, con el paro en la Unidad Académica de Humanidades a
cargo de un puñado de estudiantes, estas personas que prestan esos servicios se
van también afectadas en sus bolsillos.
En un recorrido
que hizo el periodista Juan David Castilla por la colonia Ferrer Guardia, los
comerciantes le platicaron cómo
sus ventas han caído hasta en un 80 por ciento por el conflicto universitario,
pero a eso súmele los antros en fines de semana que ven una merma y los dueños
de pensiones que están viendo a los jóvenes regresarse a sus lugares de origen
pues no tiene caso estar aquí si no hay para cuándo se llegue a una solución.
Y está también la preocupación de las familias al ver que sus hijas e
hijos se están retrasando en sus carreras, algo que tenía décadas de no suceder
en la comunidad universitaria. Es decir, estudiantes, padres de familia y hasta
comerciantes son rehenes de los intereses de la élite universitaria: del rector
y de su grupo contrario sin que se vea para cuándo le van a bajar a su desmán.
¡Pobre UV!
@YamiriRodriguez
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