Yamiri Rodríguez Madrid
En el último
reporte que emitió Petróleos Mexicanos sobre la remediación del derrame en el
Río Pantepec, con fecha del 5 de noviembre, se informó que habían sido
recuperados 99 por ciento del petróleo que llegó por un ducto reventado por la
inundación a este caudal ubicado en el norte veracruzano, el desastre ambiental
más grande ocurrido en este año en nuestro estado. Desafortunadamente este no
es el primero, ni tampoco será el último.
La relación de
la entidad con la empresa del estado ha sido tortuosa. Por un lado, es cierto
que genera empleo y derrama económico, pero ¿a qué costo? La lista de desastres
que ha provocado aquí es larga, pero también dolorosa en términos de daño a
nuestro entorno. Ejemplos hay como granos de arroz.
En mayo de
2002, en el Complejo Petroquímico de Escolín, en Poza Rica, dos explosiones
dejaron un muerto y una docena de intoxicados por los químicos liberados al
ambiente. En diciembre del 2004 una
ruptura en el oleoducto Nuevo
Teapa–Poza Rica derramó cerca de 5 mil barriles que llegaron al río Coatzacoalcos y
alcanzó la costa del Golfo. Un año después, en julio del 2005, por un deslave
explotó un ducto en Balastrera, Nogales, dejando muertos, heridos y quema de
viviendas y vehículos con impactos ambientales locales.
En julio de 2008, otra vez en el sur de Veracruz, un derrame de crudo afectó
cuerpos de agua; mayor que el de 2004. Pero a finales del 2011, una falla
en un oleoducto provocó otro derrame de más de 1,500 barriles que afectó el suelo
y 9 km del río; tardaron más de un mes en controlarlo.
En agosto de 2013, un derrame de crudo en la refinería alcanzó el
sistema de drenaje de Minatitlán y afectó el río Coatzacoalcos. Incluso,
investigadores de la UNAM llegaron a colaborar. En 2014, en Coatzintla, otra
vez el oleoducto provocó afectaciones severas.
En abril de 2015, en el Complejo Pajaritos, una explosión dejó
una nube tóxica y daños ambientales, además de muertos. En diciembre de 2019,
fue una mancha de más de 2 mil litros de hidrocarburo en el río Coatzacoalcos.
En abril de 2021, un incendio en las instalaciones de la Refinería
Gral. Lázaro Cárdenas generó emisiones y combustión de combustibles. En febrero 2023, en Ixhuatlán del Sureste, otra
explosión durante labores de mantenimiento dejó muertos y lesionados; además,
por supuesto, de afectación ambiental.
En noviembre del año pasado, un nuevo incendio en la Refinería de Minatitlán,
liberó emisiones por combustión. El más reciente,
como se comentó al inicio, fue en octubre, en Álamo Temapache, con la fuga en un ducto tras lluvias torrenciales que contaminó
más de 8 km del río, con riesgo para agua y comunidades ribereñas.
A esto sumemos que prácticamente a todo el estado lo atraviesan ductos
de Pemex, una bomba de tiempo que debe estar contenido en los Atlas Municipales
de Riesgo que deberán actualizar las próximas autoridades municipales.
Lo anterior es solo un repaso de los últimos 25 años, más lo que se acumule.
@YamiriRodriguez
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