sábado, 26 de mayo de 2012
Los números fríos de la discapacidad en Veracruz: ¿y la sociedad?
Por Yamiri Rodríguez Madrid
Una cifra llama la atención en el estado de Veracruz, aunque para muchos, tal vez, ha pasado desapercibida: el considerable aumento que se ha presentado en el número de veracruzanos que sufre algún tipo de discapacidad.
Recientemente, el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), dio a conocer que en los últimos años se había incrementado a 15 por ciento la tasa de habitantes que sufre algún tipo de discapacidad, ya sea física o motriz.
Durante más de una década, casi 700 mil personas en este estado –es decir, el 10 por ciento poblacional-, estaba censado dentro de este sector: sordera, problemas de lenguaje, síndrome o falta de alguna extremidad por accidentes, las causas más frecuentes.
Las cifras oficiales actualizadas deberían dejarnos helados por dos cuestiones: el primero porque el porcentaje se disparó principalmente por accidentes, muchos de los cuales, fue por la combinación de volante y alcohol. En segundo término, porque aún y cuando es lamentablemente casi un cuarto de la población total (Xalapa tiene cerca de 700 mil habitantes), aún nos falta mucha conciencia social para ser incluyentes, respetuosos de sus necesidades.
Un ejemplo muy sencillo lo podemos encontrar prácticamente en cualquier calle, de cualquier ciudad, en cualquier plaza comercial: los cajones de estacionamiento para discapacitados, son los primeros en ocuparse por los que no quieren caminar y sin vergüenza alguna, se bajan de sus automóviles campantemente. Las rampas, que siempre deberían estar libres, son el estacionamiento perfecto para los que siempre llevan prisa.
Años tras, la administración municipal de la capital del estado había destinado una partida para la instalación de los llamados semáforos pajaritos (porque emiten un sonido mientras la luz está en verde para el peatón), a fin de hacer las calles más amigables para los invidentes y débiles visuales. Uno de estos se descompuso a los pocos meses y nadie se interesó por reponerle la tarjeta de audio. Hoy hay que sortear los vehículos o esperar a que alguien gentilmente ayude a cruzar.
Los empresarios también tienen lo suyo: basta ver una compañía internacional de telefonía que coloca sus casetas telefónicas por donde le place, ya sea a media calle o esquina, sin importarle cuan difícil es transitar para un débil visual o alguien en silla de ruedas, con esos obstáculos prácticamente mortales para ellos.
Los espacios laborales son reducidos y mal pagados y solo las grandes empresas abren sus espacios para convertirse en empresas socialmente responsables.
A nivel congreso, en el local no hay un solo legislador, de ningún partido, que los represente, a nivel federal está Daniela Nadal y Nelly Miranda, pero debería haber muchos más. Así como se cumple con cuotas de género, debería también haber una curul reservada para este sector poblacional: ¡el 15 por ciento ya!
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