lunes, 25 de junio de 2012
Solovino, el perro de nadie…
Por Yamiri Rodríguez Madrid
Vaya polémica la que se armó la semana pasada aquí en Xalapa después de que la Perrera Municipal se llevara a sus instalaciones a un can callejero. Si el incidente se hubiese registrado una mañana cualquiera en la Revolución o en El Sumidero, tal vez ni hubiese trascendido. Sin embargo, este, de nombre Solovino, era supuestamente propiedad de todos, de la comunidad.
Solovino se convirtió así en el personaje de la semana, pues en el pescuezo colgaba un letrero donde pedía donaciones de alimento, depositadas en el puesto de revistas de la esquina de Palacio de Gobierno. Se metía en las manifestaciones de vez en vez, y recibía una caricia en el lomo por parte de reporteros, fotógrafos y boleros…el día que se lo llevaron, todos se indignaron, todos reclamaban la paternidad de Solovino.
Pero ¿quién limpiaba a diario la caca de Solovino? ¿Alguien alguna vez vio a algún ciudadano recoger los desechos de los perros callejeros? ¿Si Solovino, como animal, mordía o correteaba a alguien, a quién deberíamos reclamarle? ¿Quién llevaba a vacunar y a desparasitar a Solovino, mejor aún, quien pagaba la cuenta del veterinario?
El problema de los perros –y gatos-, de la calle es un problema social de muchas aristas: desde los que compran una mascota y después, chocados de estas, las abandonan a su suerte en las calles. Estas están infestadas de perros y gatos que deambulan buscando algo que comer, defecan en los parques y en la vía pública y han llegado incluso a morder. Las amas de casa a diario hacen rabietas porque rompen las bolsas de la basura regándola por todos lados y cuando las perras están cargadas, ¿quién se queda con los cachorros?
Antaño se hacían las razias de perros y de pronto en un municipio vecino amanecía una jauría que ya era entonces problema de ellos. Y no es broma, ante su proliferación se llegaron a suscitar casos, como en la Revolución, en donde taqueros los compraban para hacer tacos de suaperro.
En todo el estado de Veracruz hay un gran activismo en pro de los derechos, del respeto a los animales. Un claro ejemplo de lo anterior lo vimos cuando desafortunadamente Tlacotalpan se inundó y muchos ciudadanos se dieron a la tarea de ir a rescatar de las aguas a guajolotes, chanchos y demás animales de corral que pudieron ahí haber perecido.
Hay quienes también han encabezado una serie de marchas para detener las corridas de toros por considerarlas una barbarie.
Aquí en Xalapa, Amigos de los Animales, un albergue que busca la vida digna de las mascotas, ha fijado una serie de parámetros muy estrictos para darlos en adopción además de que a muy bajos costos realiza esterilizaciones.
Se trata sin duda alguna de una labor noble, a la que muchos pueden tachar de locos, pero si no tenemos el mínimo respeto por la vida de un ser inferior, no podemos tener una sociedad digna.
Ahí está el caso del oso hormiguero en Cardel al cual le propinaron una severa patiza a la hembra cargada que la hizo abortar: tendríamos que preguntarnos entonces ¿quién es más animal?
Como el buen Solovino hay muchos perritos en cada ciudad, ¿qué hacer con ellos?
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