Por Yamiri Rodríguez Madrid
Hace apenas unos
días, un representante de una de las principales empresas de pintura en el país,
hablaba de cómo han trabajado en diversos puntos de México para realizar
intervenciones en colonias de la periferia, así como en lugares emblemáticos,
lo que ha ayudado a rescatar historia, pero también a inyectar ánimo a los
ciudadanos.
En el caso
específico del estado de Veracruz, se refirió al mítico barrio de La Hueca, en
el Puerto, y a Tlacotalpan, en donde con varios botes de pintura han podido
embellecer aún más esta ciudad patrimonio de la humanidad.
Por eso llama la
atención de que, si este tipo de iniciativas ya funcionan con éxito, no se
lleven a cabo en zonas donde se requieren con urgencia como, por ejemplo, en
los edificios históricos que hoy se encuentran en el abandono.
Un caso
emblemático es el ex convento betlehemita, que hoy es sede del Instituto
Veracruzano de la Cultura (IVEC). A
pesar de la historia que se tejió en sus paredes y de lo que hoy
paradójicamente alberga, está en la completa ruina, con sus paredes mostrando
hoy más que nunca el paso de los años.
Ni que decir de
los cientos de fechadas en el Puerto, en Xalapa, en Coatepec, y en otras
ciudades, cuyos dueños tal vez murieron o que sus familias pelean un añejo
intestado, pero que, con solo darles una pintada, conforme a los lineamientos
del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), darían una apariencia
totalmente diferente a los centros históricos de las ciudades donde su ubica.
Una vez más, no
se requieren realizar las grandes inversiones de dinero, sino de creatividad,
de tocar puertas con la iniciativa privada, a fin de poder rescatar nuestra historia,
de dignificar nuestras ciudades, de hacernos sentir orgullosos de vivir en
estas, de lo contario, se seguirán derrumbando.
@YamiriRodriguez
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