Por Yamiri
Rodríguez Madrid
¿Habrá pensado
alguna vez Roberto Ramos Alor, secretario de Salud en la entidad, la vida de
cuántos miles de veracruzanos recae sobre su espalda? Por supuesto que no.
Mientras que el presume su ahorro republicano de varios millones de pesos, niños,
niñas, adultos y ancianos se debaten entre la vida y la muerte esperando la
llegada de su tratamiento.
Es cierto que es
necesario ahorrar en ciertos –y repito ciertos- rubros de la administración
pública como los sueldos y los gastos en las dependencias, pero jamás se puede
hacer en Salud, en Seguridad Pública y en Educación. Imagínese decirles a los
enfermos que hay que esperar de dos a tres semanas para que un proveedor nos
suministre determinado material quirúrgico porque lo da mucho más barato, pero
el envío demora más y, peor aún como es el caso, las bodegas están vacías. Son
temas, literalmente, de vida o muerte.
Desde que
arrancó la presente administración estatal una constante han sido las quejas
por la ineficiente manera en que operan los servicios de salud; las protestas
son frecuentes y no hay para cuándo el citado secretario recomponga la
estrategia o el camino. A su complicada situación se le sumará ahora el calvario
que autoiniciaron con el cambio del Seguro Popular al INSABI, con el cobro y
aumento de la atención hospitalaria y medicamentos.
Por si no se ha
dado cuenta Ramos Alor, la salud es uno de los tres temas que más les pegan a
los ciudadanos. Si en su imaginario creía que podía lanzarse por la candidatura
a la presidencia municipal de su natal Coatzacoalcos, o por una diputación, en
sus términos hay que aclararle que políticamente está desahuciado, es más: es
un verdadero milagro de la ciencia política las razones por las que aún
sobrevive dentro de la función pública. Ojalá y le receten una buena dosis de
sensibilidad y empatía.
@YamiriRodriguez
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