Yamiri Rodríguez Madrid
La magistrada Isabel Inés Romero se
despide de la presidencia del Poder Judicial; por sus recientes declaraciones,
debe estar ya contando ansiosamente las horas para dejar ese cargo, el cual se
le ha hecho como un minuto, pero bajo el agua. La pregunta es quién aspira o
suspira por una silla que pareciera estar salada. Los últimos presidentes se
han visto envueltos en una serie de escándalos que distan mucho de un
fortalecimiento a dicho poder; por el contrario, lo proyectan como una maraña
de corrupción y sumisión que lo está llevando a un descrédito mayúsculo.
Edel Álvarez Peña, nombrado magistrado por
el ex gobernador priista Fidel Herrera Beltrán y designado Presidente del
Tribunal Superior de Justicia en el bienio del panista Miguel Ángel Yunes
Linares, sigue sin poder aclarar el tema de la millonaria construcción de las
ciudades judiciales.
Luego, en el morenismo, llegó
Sofía Martínez Huerta, la primera mujer en presidir el TSJ, pero poco le duró
el gusto pues el fuego amigo la alcanzó. Solo un mes después de haber
sido nombrada magistrada, pese a los cuestionamientos de muchos aspirantes a
ese cargo de que carecía de una sólida carrera judicial, fue nombrada la cabeza
de dicho poder. Pero sin haber siquiera cumplido un año en el cargo, fue
destituida por usurpación de funciones. También había señalamientos
mediáticos de haber metido a la holgada nómina del Poder Judicial a familiares
y amigos; presuntos actos de corrupción, lo que generó se ordenara al Poder
Legislativo una investigación por malversación de fondos. Murió
poco después de que Morena diera reversa a su nombramiento y la inhabilitara por
5 años para ejercer un cargo en la función pública.
Así llegó Isabel Inés Romero a la
Presidencia, en un periodo que ha sido por demás atropellado, iniciando por la
llamada reingeniería que puso en marcha y que lo único que provocó fue enojo,
malestar y críticas al desaparecer 29 juzgados en la entidad,
entre estos varios juzgados especializados en materia familiar, así como los
microregionales. Anunció también un Plan de Eficiencia de Recursos y Austeridad, con
una reducción salarial desde un 20 y hasta el 30 por ciento, la homologación de
bonos, cancelación de vales de gasolina, así como, cancelación de fondos
revolventes, vales y bonos extraordinarios, pero su gestión no se caracterizó
por ser la más transparente.
Así, Isabel Romero se convierte en una
magistrada presidenta más que termina sin logros, sin medallas; con el sello
del escándalo y el del hartazgo, que ella misma reveló. A ver cómo le va a su sucesor o sucesora.
@YamiriRodriguez
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