Yamiri Rodríguez Madrid
La violencia no cesa en Veracruz; por el
contrario, cada año se vuelve más sanguinario.
Este 2023 literalmente inició bañado de sangre con ejecuciones múltiples. El 1 de enero registró 10 víctimas mortales tras
una serie de ataques armados a bares en Poza Rica, en el norte de la entidad. Solo unos días después, el 22 de ese mismo
mes, en Las Bajadas, en el Puerto de Veracruz, el asesinato del ex candidato a
presidente municipal de Coxquihui de Fuerza por México, Fernando Pérez Vega, no
solo lo privó de la vida a él sino a otras 5 personas: su esposa, sus dos hijos
pequeños y dos personas que tuvieron la mala suerte de ir circulando por la
carretera libre Xalapa-Veracruz a esa hora.
El 11 de abril se registró la tercera
masacre del año en Tihuatlán, cuando una familia de cuatro integrantes fue
ejecutada. Pero el 26 de abril, en ese
mismo municipio de la zona norte de Veracruz, otro ataque a bares dejó 6
muertos más.
Volvimos a ser noticia cuando el 7 de
junio, en Perote, otra familia fue asesinada: 7 muertos en total. Sin embargo,
el hallazgo más cruento no solo de este año en el estado, sino en todo el país
y casi en la historia reciente de México, fue el de este 13 de agosto en Poza
Rica, donde los restos de por lo menos 13 personas fueron encontrados mutilados
y en hieleras en Poza Rica.
Este hecho nos hace recordar el episodio
de terror vivido en el sexenio del priista Javier Duarte de Ochoa, cuando en
septiembre de 2011, mientras se realizaba una reunión nacional de procuradores
en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, tiraron 35 cuerpos desnudos en la
glorieta del volador de Papantla; enfrente de los procuradores, con todos los
dispositivos de seguridad.
Ya nos sabemos el machote de que se activa
el Código Rojo, que hay un despliegue de seguridad, como el que se hizo el primero
de enero y en días subsecuentes, pero la violencia no para.
El año pasado, en Veracruz hubo ocho
ejecuciones múltiples: 9 muertos en Isla el 7 de enero; 4 más un día después en
el municipio de Emiliano Zapata; el 5 de abril se contabilizaron otras 4
ejecuciones múltiples en Acultzingo; el mismo número el 25 de abril en Tuxpan. El
26 de mayo se registraba otra masacre en Omealca, con saldo de cuatro muertos.
El 3 de julio se registraba la sexta con 7 muertos en Boca del Río. El 29 de
agosto hubo una más en Tlalixcoyan con saldo de 4 personas asesinadas y, el 31
de diciembre, hubo 4 muertos más en Córdoba.
Si revisamos 2021, contabilizamos seis masacres
en nuestro estado: la del 18 de enero en Las Choapas que dejó 12 muertos; el 20
de ese mismo mes en Xalapa, hubo 5 muertos más. El 29 de julio fue la tercera ejecución
múltiple en Omealca, con 4 asesinados; 4 más en Cosoleacaque el 16 de
septiembre; la misma cantidad en la capital veracruzana el 13 de noviembre y
otros 4 el 4 de diciembre en Atoyac.
Y así podemos irnos para atrás para
comprobar que cada año, como decía al inicio, es más violento que el otro y, lo
peor, es que las autoridades, de los tres niveles de gobierno, no hacen nada
para reconocer la situación y actuar en consecuencia.
@YamiriRodriguez
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