Por Yamiri Rodríguez Madrid
Ya en la cuenta
regresiva del 2017, este fue un año complicado, muy complicado para Veracruz y
su gente: corrupción y sangre fueron el sello de estos doce meses que,
afortunadamente ya terminan.
Nunca antes en
la historia de Veracruz dos ex gobernadores habían sido recluidos: Javier
Duarte de Ochoa y Flavino Ríos Alvarado. Con sorna y con razón, a lo largo de
los meses, fueron ingresando uno a uno prácticamente todos los miembros del
anterior gabinete: el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez
Zurita, el de Finanzas, Mauricio Audirac Murillo, el de Salud, Juan Antonio
Nemi Dib, la coordinadora de Comunicación Social, Gina Domínguez Colio, el ex
director del Seguro Popular Leonel Bustos, contratistas, como el de la Torre
Pediátrica de Boca del Río y hasta el que organizaba las manifestaciones, César
del Ángel, el líder del movimiento de los 400 Pueblos.
Pero por el otro
lado, en el tema de la inseguridad, cada muerte fue más cruenta, cada caso más
sangriento: la familia ejecutada en Coatzacoalcos, los feminicidios, los
secuestros a la orden del día, ejecutados a plena luz del día, en el corazón de
la tranquila Xalapa, las y los desaparecidos…
El año que
cierra fue un año negativo para Veracruz, un estado que quedó prendido de
alfileres, al que se le ve difícil poner de pie, aunque no es imposible. Para
2018 se han anunciado paquetes de obras para los municipios, otras en el rubro
de salud, importantes paquetes de inversiones y, ante todo, la promesa de que
finalmente regresará la tranquilidad a la entidad. Esperemos que así sea por el bien de los
veracruzanos, pues bien dice el dicho que no hay mal que dure cien años, ni
veracruzano que los aguante.
@YamiriRodriguez
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