La semana
pasada vivimos de nueva cuenta el luto como sociedad tras el asesinato de Ruth Magaly Hernández Marín, otra joven
xalapeña que, para nuestras autoridades, se convirtió en un caso más de una
estadística de 219 veracruzanas a quienes les ha arrebatado la vida tan solo en
este 2017.
Afortunadamente
los ciudadanos alzan la voz para exigir justicia mientras otros afirman que se
vive una relativa tranquilidad en la capital veracruzana, mientras se cruzan de
brazos ante lo que sucede en el conocido predio Santuario de las Garzas, o
corren de los medios para no ser incomodados.
La Red de
Mujeres Feministas del Estado de Veracruz (REMUFEVER) lamentó, una vez más, que
no se atienda en nuestro estado la Alerta de Violencia de Género declarada y
pidieron que se implementen acciones reales para la protección de las mujeres
en espacios públicos.
El Movimiento de
Regeneración Nacional, no sé si con interés genuino o por sacar raja política,
fue el único partido que se pronunció por el asesinato de Magaly y se
inconformó por las infructuosas acciones que han sido implementadas por
diversas administraciones en Xalapa sin lograr disminuir los índices de
feminicidios perpetrados.
El
Santuario de las Garzas, paso obligado para acortar distancia entre colonias,
se convirtió pues, en un ícono de la violencia contra las mujeres ante la
complacencia de las autoridades: violaciones y feminicidios se han perpetrado
durante casi dos décadas sin que se presente un solo responsable. En la administración municipal de Reynaldo
Escobar se hizo una jornada ciudadana tras el asesinato de una jovencita. No hubo ninguna otra intervención social, por
lo que los delincuentes recuperaron su espacio.
Pero
desafortunadamente la violencia es el pan de todos los días en Veracruz. Tan solo la semana pasada, en su solo día se
registraron 19 asesinatos y hallazgos macabros, más los que se acumulan en los
subregistros.
Las personas tenemos
miedo de salir a las calles; los padres de familia tenemos terror de que
nuestras hijas e hijos salgan solos porque, desafortunadamente, no sabemos qué
va a suceder y mientras, nuestras autoridades nos siguen diciendo que las cosas
no están tan peor. Eso señores, se llama indolencia.
@YamiriRodriguez
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