Por Yamiri Rodríguez Madrid
Todo pasa en
Veracruz y por Veracruz. Esta semana que
está a punto de concluir es una muestra de eso. Por un lado, se suscitó un
nuevo escándalo en la reclusión del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien
soltó una serie de acusaciones contra ex funcionarios federales peñistas, a
quienes acusó de haberle sacado dinero.
Como si fuese
una historia interminable, el relato del priista pasó a segundo plano por el
cambio en el gabinete presidencial; de lo contrario hubiese avivado la llama de
todos los abusos que se han dado en las estructuras gubernamentales, aunque el
único sentimiento que generó entre los veracruzanos es que esta entidad ha sido
un botín interminable.
Pero otro hecho
que se tornó nacional fue el de la riña donde un hombre perdió un ojo y otro
irá a la cárcel, por un cajón de estacionamiento, un botón de muestra del nivel
de agresividad, de violencia que se vive en Veracruz. No son las ejecuciones
diarias, las disputadas entre cárteles, sino la reacción que un ciudadano
promedio llega a tener por algo tan banal como un espacio para estacionar.
Ver al hombre
alegar, con el cuchillo clavado en la cuenca ocular, parecía una historia inverosímil,
sin embargo, caló en el sentir de los veracruzanos, quienes ahora salimos a las
calles con mucho mayor cautela, con una sensación de que hoy debes cuidarte de
cualquiera y no nada más del hampa.
Estos dos
sucesos hicieron que la historia de Ninel, una niña de la Sierra de Zongolica,
campeona de oratoria, pasara prácticamente desapercibida. Escucharla a su corta
edad razonar sobre el por qué combatir la violencia de género, nos hace
recobrar la fe en que el estado recuperará su grandeza, en que no todo está
perdido.
Ojalá Veracruz
deje de ocupar los titulares nacionales.
Como en el caso de los dos hombres de la riña o en el de Ninel, somos
los ciudadanos, y no el gobierno, los responsables o la solución a nuestros
problemas.
@YamiriRodriguez
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