Yamiri
Rodríguez Madrid
Fue
en el sexenio del gobernador priista Fidel Herrera Beltrán que el Penal de
Allende cerró sus puertas. Se anunció
que sería un centro cultural, aunque hoy, literalmente se está cayendo.
Ubicado
sobre la avenida Miguel Alemán, en el Puerto de Veracruz, el inmueble con casi
120 años carece de vigilancia, por lo que ha sido desvalijado y vandalizado,
aunado a que el salitre de la costa he hecho ya su efecto en barrotes de
ventanales y hasta pedazos de techo se están cayendo. Tres trabajadores acomodan
un poco de escombros al interior; el sitio parece un basurero, da miedo pasar
incluso por el frente.
Lo
lamentable es que en octubre de 2023 se anunció con bombo y platillo que la
Universidad Veracruzana (UV) recibió el antiguo Centro de Rehabilitación Social
“Ignacio Allende” para ser “transformado” en un Centro Cultural de Artes, donde
supuestamente se ofrecería formación académica y talleres abiertos a la
comunidad.
La
cesión del inmueble fue formalizada en una ceremonia donde la presidenta
municipal Patricia Lobeira Rodríguez entregó los derechos al rector Martín
Aguilar Sánchez. Aguilar destacó que la recuperación del sitio permitiría
desarrollar actividades escolares y proyectos artísticos que fortalecerían la
identidad cultural y fomentarían un diálogo creativo entre pasado y presente.
Ha pasado más de un año, e insisto, no solo no hay nada, el expenal da vergüenza.
Después
del anuncio, el gris exrector no ha vuelto a mencionar el tema. No sabemos, por ejemplo, cuánto del presupuesto
universitario en este 2025 se va a destinar a poner en marcha, ahora sí, el
Centro Cultural de las Artes o cuánto se invirtió el año pasado y en qué porcentaje
van los trabajos -léase esto en tono irónico-.
Es
una pena el desinterés que tienen nuestras autoridades por rescatar la historia
de Veracruz, siendo sus inmuebles una parte importante. Nadie presiona a la UV: ni el municipio que
es el que directamente batalla con la pésima imagen que da en una de sus
avenidas de mayor circulación, ni la Secretaria de Cultura, mucho menos el INAH
que, con su indiferencia, permite que el edificio donde alguna vez estuvo tras
las rejas el líder agrarista Herón Proal, se siga cayendo a pedazos.
Bien
reza el dicho que tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la
pata.
@YamiriRodríguez.
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