Yamiri Rodríguez Madrid
Hubo un tiempo en que Veracruz
formaba cuadros. No improvisaba. Forjaba operadores con carácter, ética y
visión. Líderes que sabían escuchar, negociar y resolver. Hoy, cuando la
política se ha vuelto una competencia de gritos y ocurrencias, recordar figuras
como la de Don Antonio Vázquez Figueroa no es nostalgia: es una urgente lección
de memoria.
Este veracruzano tuvo la
confianza de titanes de la política nacional: Augusto Gómez Villanueva, Jesús
Reyes Heroles, Jorge Rojo Lugo, Antonio Toledo Corro, Gustavo Petriccioli,
Manuel Camacho Solís, Francisco Gil Díaz. ¿Por qué? Porque sabía hacer política
de verdad. La que no se basa en la propaganda, sino en los resultados. La que
se ejerce con la cabeza fría y los pies en la tierra.
Corría la década de los ochenta
cuando la CNTE paralizó Oaxaca en protesta por el inicio del proceso de
descentralización educativa. ¿La respuesta del gobierno? Enviar a Vázquez
Figueroa, director operativo del programa, a resolverlo. No hubo moches, no hubo
pactos bajo la mesa. Se instaló en Oaxaca, dialogó durante meses… y desactivó
el conflicto sin un solo peso adicional.
O pensemos en Sonora. Últimos
días del echeverrismo. El presidente expropia miles de hectáreas del Valle del
Yaqui y deja al nuevo gobierno un polvorín. El entonces secretario de la
Reforma Agraria, Jorge Rojo Lugo, manda a uno de sus mejores hombres: Antonio
Vázquez Figueroa. El clima era hostil. Fue incluso secuestrado por un grupo
campesino. Pero logró apagar el incendio político. Y cuando el gobernador
Alejandro Carrillo pidió que no se lo movieran porque se le incendiaba el
estado, Vázquez Figueroa se quedó.
Hoy, ya no se forman servidores
públicos con ese temple. Con esa vocación. Con ese amor por el país. Políticos
que se retiraban si no les daban un cargo porque no estaban dispuestos a
prestarse al juego del compadrazgo. Como cuando Luis Martínez Villicaña llegó a
la Reforma Agraria. Todos daban por hecho que Vázquez Figueroa sería
subsecretario. Pero el cargo nunca llegó. Entonces, con dignidad, se despidió y
se fue. Luego vendría Ignacio Vázquez Torres y lo incorporaría al equipo del
también veracruzano, Don Jesús Reyes Heroles, probablemente el mejor político
que ha dado México.
Hoy, muchos recuerdan sus cargos:
diputado local, administrador de la Aduana de Veracruz, director general de
Aduanas, subdelegado en la Cuauhtémoc en tiempos complicados, consejero
presidencial agrario, funcionario clave en el proceso de descentralización
educativa.
Antonio Vázquez Figueroa es uno
de esos políticos que ya no se ven. Que no necesitan reflectores para brillar.
Que sabían que el poder es para servir, no para servirse. Ojalá su trayectoria
sirva de lección a varios que están en un cargo por un golpe de suerte y no por
vocación.
@YamiriRodriguez
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