Yamiri
Rodríguez Madrid
Veracruz,
un referente nacional por su papel en la historia, por su riqueza cultural y
artística, ha vivido años oscuros a consecuencia de la violencia y la corrupción;
así, nos convertimos en los últimos 20 años en noticia nacional e internacional
por capítulos bochornosos protagonizados en nuestra tierra. Hoy no es la excepción. Hace unos días volvimos
al ojo del huracán luego de que, en Coatzacoalcos, fuera hallada una refinería
del huachicol. Sí, así como lo lee, a la vista de todos.
De
acuerdo con cifras oficiales, en el primer trimestre de 2025 se detectaron 58
tomas clandestinas en la entidad, prácticamente el doble que en el mismo
periodo de 2024 (30 tomas), lo que sugiere un rebrote reciente del ilícito. Explico.
En
términos nacionales, Veracruz suele aportar una fracción significativa de los
casos. Por ejemplo, en 2018 Veracruz ocupó el quinto lugar nacional con 1,539
tomas clandestinas (detrás de Hidalgo, Puebla, Guanajuato y Jalisco). Durante
el pico de 2019, la entidad registró su máximo histórico con 1,846 tomas, contribuyendo
al récord nacional de ese año. La efectividad de los operativos antihuachicol
de 2019 se reflejó en la drástica caída a solo 273–364 tomas anuales en
2020–2021.
Sin
embargo, para 2022–2023 el problema resurgió: Veracruz pasó de 209 tomas de
hidrocarburo en 2022 a 422 en 2023, tendencia atribuida en parte al
desplazamiento de bandas huachicoleras desde estados vecinos hacia territorio
veracruzano.
No
es un tema menor porque, además, las tomas clandestinas representan peligros
inmediatos para la población y el medio ambiente. La extracción rudimentaria
provoca con frecuencia fugas, derrames e incendios. Petróleos Mexicanos
(Pemex), ha documentado que estos eventos han ocasionado explosiones, daños
ambientales severos y pérdidas de vidas humanas en distintas regiones del país.
Por
ejemplo, en julio de 2022, una toma ilegal de gas LP explotó en Chacaltianguis desatando
un incendio de gran magnitud. El incidente dejó dos personas gravemente heridas
y obligó a evacuar comunidades enteras en la zona por riesgo de intoxicación y
nuevas explosiones. De igual modo, en octubre de 2018 una fuga incendiada en el
poliducto Minatitlán-México, a la altura de Amatlán de los Reyes, provocó una
explosión que cobró varias vidas –el cuerpo calcinado de al menos un fallecido
fue hallado tras sofocar el fuego. Estos casos ilustran el alto riesgo al que se enfrentan
las comunidades cercanas a ductos y, al estado, los atraviesan cientos de
ductos.
La
aparición de esta nueva refinería nos deja claro también que, cuando hay un logro,
un triunfo, hay muchos padres; cuando existe una derrota, un error mayúsculo,
una culpa; es huérfana. En este caso
solo la presidenta Claudia Sheinbaum y la gobernadora Roció Nahle se han
pronunciado recalcando que no se encubrirá a nadie. ¿A caso el presidente municipal de
Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, no tiene nada que decir de lo que pasa en su
demarcación? ¿El exgobernador Cuitláhuac
García Jiménez, hoy flamante director de Cenegas, tampoco tiene comentarios?
¿Los extitulares de la secretaría de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, Carlos
Juárez -también funcionario ahora de Cenegas-, y el actual, Ricardo Ahued, no
se enteraron que operaba, cuando antes por Gobierno no se movía una palmera sin
que esa área no se enterara a través de sus informantes? ¿Y la desdibujada delegación
federal de Gobernación? ¿Y Petróleos Mexicanos?
Hay
muchos involucrados, pero pocos quieren dar la cara…Y la historia apenas
comienza a desenredarse.
@YamiriRodriguez
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