Por Yamiri Rodríguez Madrid
Aunque le
cambien el nombre, no cambian su esencia.
Primero se llamó la Policía Ministerial, después mutó a la Agencia
Veracruzana de Investigaciones (AVI), pero la precariedad en la que trabajan ha
trascendido sexenios.
Después del
incidente de la detención equivocada de una doctora en Boca del Río, se
pusieron los reflectores sobre esta área de la Fiscalía General del Estado
(FGE) y hasta cartas de los ministeriales han circulado quejándose de su
situación.
En los tiempos
de Fidel Herrera Beltrán, los ministerios públicos aún trabajaban con máquinas
de escribir y hojas de papel revolución, malos modos y rodeados de archivos
viejos que nunca desahogaban. Si usted
interponía una denuncia, prácticamente al año iban a dar vista de los hechos.
En el sexenio
pasado, con Luis Ángel Bravo Contreras, las quejas de quienes ahí laboraban eran
principalmente que las unidades en las que había que trasladarse estaban en
pésimo estado mecánico y sin gasolina.
Por eso, cuando acudían a una diligencia, le salían a uno con el cuento
de que para llegar al punto tenían que echarle gasolina a la camioneta con su
tarjeta de crédito pues, de lo contrario quedaban inmovilizados, como para que
la víctima encima de todo, cooperara con ellos para la gasolina.
Lo mismo sucedía con los peritos,
quienes en abierto pedían cooperación para el taxi pues no había recursos para
trasladarse. Y si usted no le entraba a
Belem cantando, entonces su denuncia se quedaba en la congeladora o, lo que era
lo mismo: efectivo a cambio de engrasar los mecanismos para que avanzara su
asunto.
Hoy, con el
gobierno del cambio, no cantan mal las rancheras pues, en la carta que circuló
el jueves, se siguen quejando los elementos de que no hay para gasolina, por lo
que olvídese de que se les dé capacitación.
Ojalá y con
este sacudidón mediático que salió a la luz gracias al reportero Marcos
Miranda, les mejoren las condiciones laborales a los ministeriales y también
les den un jalón de orejas para bajarle a su prepotencia pues, vecinos de Las
Trancas, en donde se ubica la sede de la AVI, se quejan no solo de sus
constantes e innecesarias pasarelas de armas, sino de que cuando va a salir o a
entrar uno de los jefes, cierran la circulación para que, sin molestias, pueda
circular por la ya de por sí transitada arteria.
Menos Twitter
y Facebook y más atención a la casa en desorden.
@YamiriRodríguez
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