Por Yamiri Rodríguez Madrid
A diferencia de
otros años, en este Día de Muertos, nuestras autoridades no dieron tanto auge a
nuestra tradición; unos, porque ya se van; los otros, porque no tienen ni idea
de cómo hacerlo.
Tan solo aquí en
la capital veracruzana, desde hace ya varios años, en el Panteón 5 de febrero,
se hacían recorridos, entre la historia y el terror, a los que centenares de personas
iban cada fin de semana, pagando su módica cuota de 50 pesos. Este año no se ha
escuchado nada al respecto.
Tampoco se han
visto las muestras de altares, salvo las de bajos de palacio de gobierno y hoy,
solo subsiste el tradicional festival Mictlán, que se realiza en el Parque
Bicentenario.
Afortunadamente
es la sociedad quien hace posible que los festejos de todos santos no se
pierdan: cada vez son menos las escuelas que celebran el Halloween y en su
lugar montan sendos altares con cempasúchil, nube, gladiola y moco de
guajalote, así como con su pan, dulce de pepita, sus veladoras y todo lo
necesario para que, una vez al año, los que se nos adelantaron, se den un
festín.
En los
ventanales de las casas posan elegantes las catrinas. Hay casas de cultura,
como la de Coatepec, donde semanas antes se dan talleres para que la gente, de
todas las edades, aprendan a elaborarlas con cartón, en el tamaño de su
elección.
Xico y Naolinco,
por ejemplo, son dignos de visitar en estas fechas por el colorido que desde
cada vivienda imprimen, por el olor que inunda sus calles, por la alegría que
resuena por el recuerdo de nuestros seres amados.
En los medios de
comunicación, muchos cambian la agudeza de la pluma por un día, para ponerse
creativos y hacer calaveritas pícaras, mordaces, esas que cada año nos arrancan
una sonrisa.
La crisis
económica ha mellado para seguir la tradición. Según la Procuraduría Federal
del Consumidor (PROFECO), uno sencillo, con 30 elementos, ronda por los mil
pesos. Olvídese de esos donde la tía
hace un platillo especial para cada difunto, más las botellas de lo que tomaban
en vida, pues ya resultan prohibitivos para la gran mayoría.
Lo cierto es que
más allá de que nuestras autoridades impulsen nuestras tradiciones, está en
cada familia hacerlo.
@YamiriRodríguez
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