Este documento que data del año de 1993 intenta establecer los principios de una ética mundial bajo la óptica de representantes de diversas religiones en el mundo.
En este consignan el estallido de crisis paralelas en diversos puntos del planeta: crisis financieras, económicas, políticas, económicas, pero al fin y al cabo crisis. Una constante pérdida de valores que se ha visto reflejada en guerras, asesinatos, niños con armas, hambrunas, epidemias, etcétera.
Cansados de esta situación deciden reunirse para sacar adelante una ética mundial conjunta, pues hace trece años sentenciaron que no podría haber un nuevo ordenamiento mundial sin atender a estos principios.
Si bien reconocen los errores que a lo largo de la historia han cometido las diversas iglesias considera que hoy son el principal sujeto para poder lograr una sociedad más humanizada. Se consideran los sembradores de esperanzas.
Es importante también destacar la aclaración que hacen: no se trata de constituir una ética mundial basada en la religión pues sería imposible terminar con las diferencias de credo, sino que sus cimientos serían única y exclusivamente el ethos.
“El respeto total a la persona humana, al carácter inalienable de la libertad, a la igualdad básica de todos los humanos y a la necesaria solidaridad de todos con todos”, cita el documento.
Los firmantes de esta declaratoria hacen hincapié en cuatro principios que para ellos resultan fundamentales en la composición de esta ética mundial: el compromiso por una cultura de la no-violencia y del respeto a toda vida, por una cultura de la solidaridad y por un orden económico justo, por una cultura de tolerancia y una vida vivida con veracidad y por el compromiso por una cultura de la igualdad de derechos y por la hermandad entre hombre y mujer.
En un país como México donde el groso de la población es católica esto se podría reducir en algunos de los mandamientos: no mentirás, no matarás, no robarás, o bien se resume en una frase que ellos mismos citan: “Haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti”.
Si bien también reconocen que donde haya humanos habrá siempre conflictos, consideran que es a través de la conversión de las sociedades como finalmente podremos dar cumplimiento a este nuevo ordenamiento ético donde el único fin que se persigue es vivir en un mundo donde impere la paz y el respeto por el prójimo por encima de los intereses políticos o económicos de las naciones o de los gobernantes en turno.
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