Por Yamiri
Rodríguez Madrid
Si bien,
Veracruz es uno de los principales destinos del turismo nacional, lo cierto es
que sus playas no son el principal atractivo; por años se ha señalado el hecho
de que muchos de los desagües residenciales y de hoteles iban a dar a sus
aguas.
Basta con
darse una vuelta por el Malecón, una tarde calurosa, para notar el aroma a
huevo podrido que impregna a buena parte de la conurbación.
Lo anterior lo
traigo a colación porque hay solo 37
playas en el país certificadas con el distintivo Blue Flag: ninguna de estas es veracruzana.
Entre las
playas limpias están diez de Quintana Roo, 9 de Baja California Sur, una de
Oaxaca, 6 de Guerrero, 8 de Jalisco y 3 de Nayarit.
Para lograr el distintivo, que se otorga
anualmente, deben cumplir con 33 criterios englobados en cuatro
categorías: Información y Educación Ambiental, Calidad
de Agua,
Gestión y Manejo Ambiental y Seguridad
y Servicios. A pesar de los
kilómetros de litoral que tenemos, no nos ha sido posible alcanzar la
certificación.
Si bien es cierto que hace unas semanas la Cofepris
dijo que las playas de Veracruz eran aptas para el uso de los bañistas, esto no
quiere decir que sus aguas sean tan puras como en otros estados.
Villa del Mar, por ejemplo, en el Puerto de
Veracruz es una que a pesar de su afluencia, es sumamente sucia, con pedazos de
tubo de drenajes expuestos entre las palapas que manejan alimentos.
¿Quién, además de los clavadistas que sacan
monedas, se atrevería a echarse un chapuzón en pleno malecón? Los residuos de
los barcos han convertido toda esa zona en un lugar hostil. Y como esos
ejemplos hay muchos otros.
De ahí que un desafío para éstas y las próximas
generaciones de servidores públicos medioambientales, sea el poder sanear
nuestras playas: no tienen la belleza del Caribe pero no por eso las vamos a
seguir contaminando. En vía de mientras seguiremos escuchando pretextos del por
qué no tenemos estas certificaciones internacionales: bla, bla, bla.
@YamiriRodríguez
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