Por Yamiri Rodríguez Madrid
Lamentable el
ataque frontal de Antonio Godofredo Lerdo Ponce, sacerdote de la parroquia Santiago
Apóstol, la principal Tantoyuca, contra el reportero de la zona norte, Pedro
Díaz. En dos misas celebradas el pasado domingo 12, el hombre de supuesta fe,
se dedicó a azuzar a sus feligreses para increparlo, luego de que este señalara
que en el templo católico no se respetaban los protocolos para evitar los
contagios de Covid19, pues los feligreses no llevaban cubreboca en el servicio.
Muy distante de
los votos de humildad que hizo cuando se ordenó sacerdote, el religioso
envalentonado y creyendo tener superioridad moral, se atrevió a calificar quién
es reportero y quién no y hasta dio clases de periodismo, como si hubiese
estudiado en la Carlos Septién.
Cocinando lo que
incluso puede convertirse en un conflicto social, el hombre de la sotana les
pidió que la próxima vez que vean a alguien tomando fotos, exijan respondan
para qué son, pues no se vale denostar a la iglesia católica. Así también, les dijo
que le llamen al corresponsal de varios medios para hacerle ver su error.
Ya encarrerado
trató de justificar la falta de protocolos afirmando que había lugares en peor
situación, como el Banco Santander, el Elektra y hasta las bodegas del mercado
municipal, por lo que no entendía como sólo se reportaba lo que pasaba en su
iglesia y no en otros lugares.
Como si se
tratase de un mal chiste, después de soltar los ataques contra Pedro Díaz, terminó
así su sermón: “El Señor esté con ustedes”. La Arquidiócesis de Xalapa, ni la
Diócesis de Tuxpan, hasta este momento no han dicho nada sobre la conducta de
su sacerdote en lo que es un ataque directo a la libertad de prensa.
Si así se
comporta un párroco con un reportero que solo cumple con su trabajo, como lo ha
hecho durante 15 años, ¿qué podemos esperar entonces de otros? Ahí está el
caso, esta semana también, de un reportero en Xalapa, quien hacía una
transmisión desde el Paseo de los Lagos luego de que el director de Seguridad
Ciudadana y Tránsito Municipal, Francisco Felipe Villa Campa, se fuera al agua
-literal- a bordo de la cuatrimoto oficial. La instrucción a sus subordinados
fue impedir que saliera la nota, por lo que le impidieron hacer su trabajo y
hasta “clases de periodismo” se atrevió a darle una de las desesperadas
oficiales. El bloqueo de los uniformados casi termina en arresto para evitarle
un ridículo mayor a su jefe.
Cada día vamos
de mal en peor.
@YamiriRodriguez
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