jueves, 20 de septiembre de 2012

A un año de la Ley de los Twitteros

Por Yamiri Rodríguez Madrid El año pasado, exactamente el 20 de septiembre, el Congreso del Estado aprobó acertadamente la iniciativa del Gobernador, Javier Duarte de Ochoa, para tipificar la perturbación del orden público como delito. Hace un año, muchos de los usuarios de las redes sociales se rasgaron las vestiduras, querían quemar en leña verde al mandatario veracruzano, aunque como siempre, el tiempo sabio, le ha dado la razón. Todo inició cuando a través de las redes sociales, Twitter y Facebook, un par de personas sembró, en 140 caracteres, el terror en la sociedad porteña al afirmar que estaban abriendo fuego contra alumnos de una escuela. Los padres de familia se desbordaron como pudieron a las escuelas, las crisis nerviosas no se hicieron esperar aunque todo claro, era una mentira. Sin un ápice de conciencia este tipo de situaciones ficticias comenzó a correr como pólvora en las redes sociales y muchos de sus usuarios a pie juntillas daban por hecho que era cierto: había un pánico generalizado. Fue entonces cuando Duarte de Ochoa propuso modificar el Código Penal para frenar el desorden desinformativo que generaban las redes sociales. Y es que el artículo 373, en su capítulo III, señala que “a quien por cualquier medio, afirme falsamente la existencia de aparatos explosivos u otros; de ataques con armas de fuego o de sustancias químicas, biológicas, o tóxicas que puedan causar daño a la salud, ocasionando la perturbación del orden público se le impondrá de prisión de uno a cuatro años y multa de hasta de quinientos a mil días de salario, atendiendo a la alarma o perturbación del orden efectivamente producida”. Pero previo a su oposición, twitteros, grupos de activistas y hasta políticos de oposición lo acusaron de represor, le exigieron echar atrás la propuesta legal pero insisto, hoy un año después el tiempo le da la razón. Hace apenas unos semanas en Ciudad Neza, después de un enfrentamiento, al día siguiente en las esquinas de este poblado mexiquense, sujetos se paraban en las esquinas espantando a la ciudadanía de que venía otro enfrentamiento, que bajaran cortina y se encerraran a piedra y lodo: una vez más la mentira abonó al caos y al terror por lo que ya urgen regular la perturbación social. Se lo pongo en términos sencillos: imagine que esta tarde acude usted al cine en familia y de pronto, alguien por quien le da la gana, se para a media película y dice que la sala se está incendiando…los espectadores salen corriendo, empujándose atropellándose. Usted o alguien de su familia resulta con un brazo lastimado y al final, resulta, que fue una “ocurrencia” de alguien… ¿querría castigo o se reiría de la broma que les acaban de gastar? En Veracruz, como se dice coloquialmente, muerto el perro se acabo la rabia, o con la adición al Código se acabó de tajo con el problema pues ni un solo incidente se volvió a presentar. Así, la tipificación del disturbio público, en cualquier forma que se presente, debe ser sancionada y sin duda alguna, es sólo cuestión de tiempo para que el resto de las entidades lo incluyan en sus códigos penales y el Estado de México será uno de los primeros en seguirle los pasos a Veracruz.

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