martes, 29 de julio de 2008

Entrevista: Carlos Miguel Prieto

El apostolado de la música

Por Yamiri Rodríguez Madrid

Una crisis vocacional a los 27 años le cambió la vida: de ingeniero a apasionado por la música. Aunque comenzó tarde su incursión profesional en el mundo de las partituras, recuperó el tiempo perdido y hoy, Carlos Miguel Prieto, a sus 40 años, es uno de los directores de orquesta más reconocidos en el ámbito internacional.
Si bien el éxito no se consigue como una receta de cocina, el Director titular de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) considera que la pasión y la constancia hacen una buena parte del trabajo. La otra es que a lo que uno se dedique lo haga feliz.
“Hago lo que hago con mucha pasión. De cien personas a las que se le pregunte un número indeterminado diría que soy muy mal músico, otras personas dirían que soy lo que usted quiera, pero yo creo que nadie diría que no tengo pasión por lo que yo hago.”

Una escuadra y un violín
Carlos Miguel Prieto nació en el DF -en 1965-, en el seno de una familia que no solo hacía música, la sentía: el Cuarteto Prieto. A los cinco años comenzó a tocar el violín, y un par de años después descubrió su gusto por la música sinfónica, de la cual ya sabía de memoria algunas obras.
Y aunque él mismo cuenta que a esa edad ni siquiera imaginaba que años después estaría dirigiendo orquestas por el mundo, fue su abuela paterna quien tuvo mucho que ver al respecto, pues fue quien se encargó de vigilar que diariamente practicara de una a dos horas.
Nunca se alejó de la música, sin embargo, se convirtió en ingeniero, hasta que años después, a los 27, se dio cuenta que “por ahí no iba la cosa”. Tras replantearse su destino y “seguir la voz interior”, Carlos Miguel Prieto debutó dirigiendo con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes.
“Fue una lucha muy fuerte pero poco a poco se fueron dando las oportunidades que me abrieron las puertas para dirigir diversas orquestas en México, una de ellas fue la Sinfónica Nacional, muy pronto en mi carrera pero siempre trabajando con mucha constancia”.
En 1998 llegó a la Orquesta Sinfónica de Xalapa como director huésped, pero fue hasta el 2002 cuando asumió la titularidad. Desde entonces el artista ha ido evolucionando en todos los planes de su vida.
Hoy, líder en su área, asegura que las crisis, los tropiezos, engrandecen a los seres humanos, y aunque no sigue una filosofía de vida, piensa que el entregarse y ser generoso aplica en cualquier ámbito de la vida para triunfar.

En la música no hay Everest que escalar.
Para un hombre que ha sido nombrado Director Asociado de la Orquesta Sinfónica de Houston y Director Titular de la de Huntsville (Alabama); para un hombre que recibió el Premio de la Unión Mexicana de Críticos de Música, la medalla Mozart al mérito musical y que ha dirigido en Alemania, Holanda, Rusia, Israel, Portugal, España, Argentina, Brasil, Perú, Venezuela, Costa Rica, y los Estados Unidos, las montañas ha escalar aun son muchas.
Como ejemplo cita que el sueño de un director puede ser dirigir la Filarmónica de Berlín, “pero cuando se consigue se da cuenta que el Everest está dentro de uno”.
Eso sí –prosigue-, hay que seguir la voz interior y conservar los pies en la tierra para conseguir lo que se quiere en la vida, pero sobre todo–dice-, no dejar de aprender.
¿Otro consejo de un hombre graduado de la Universidad de Princeton, donde fue concertino de la orquesta, y master por la Universidad de Harvard?: la admiración “no se debe entregar tan fácilmente pues sube y baja como la espuma”, pero además recomienda a los jóvenes que aspiran a forjarse una carrera musical trabajar mucho y “adorar” lo que hacen.
En diciembre del año pasado estuvo alejado de su familia viajando con un intenso frío en Alemania y Holanda, a sólo un mes de convertirse en padre por segunda vez, pero el sacrificio, como en muchas ocasiones, se vio recompensado con la ovación del público.
“Para llegar a ser cantante, pianista, violinista o bien un director, hay mucho trabajo previo y muchisísima entrega y amor por lo que se hace a un punto que a veces no se puede ni imaginar, ni yo mismo me imagino todo lo que he tenido que trabajar y que aún tengo que trabajar. En la música hay que seguir el corazón”.

El hombre detrás de la orquesta.
Si bien Carlos Miguel Prieto ha tocado en los principales escenarios musicales como el Kennedy Center de Washington, el Teatro Colón de Buenos Aires o el Concertgebouw de Ámsterdam, ha grabado seis discos y dirigido los estrenos mundiales de más de 50 obras, considera que a sus 40 años uno de sus mayores logros es tener, junto con su esposa Isabel, dos hijas: Ana de dos años – y por cierto nacida en Xalapa-, y Cecilia, de apenas tres meses.
Las cuestiones económicas dicen no preocuparle mucho al músico de origen francés y español. Está más ocupado en apoyar la música de cámara en México.
“Aquí todo es pérdida económica, no hay ingresos, las orquestas son deficitarias por lo que constantemente tenemos que estar buscando apoyos. Esos son impedimentos”.
Ante tal panorama se ha propuesto como una de sus metas el convencer a las personas que tienen capacidad de decisión, como políticos y empresarios, a invertir en educación artística y musical.
Por años –prosigue-, la música clásica se ha mal interpretado, se ha creído que es de élite, sin embargo se ha menospreciado su impacto pues le ha llegado a cambiar la vida a muchos niños.
¿Hay una palabra que describa al hombre espigado, de ojos claros y cabellera rizada?..Si: apasionado.
“Hago lo que hago con pasión, la vida de un músico es muy solitaria, la mitad la vida es muy pública y la otra muy solitaria, de mucho estudio de las partituras, de mucha dedicación y esos momentos no son fáciles. Hay que tener pasión”.

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