martes, 29 de julio de 2008

De cuantos chinos y colorados...

Introducción
En uno de sus más recientes trabajos periodísticos, el libro Cuentos Chinos, el argentino Andrés Oppenheimer hace un detallado análisis comparativo sobre los milagros económicos acontecidos durante la última década en el mundo y cómo estos han ido desplazando las economías latinoamericanas, siendo el caso más notorio y alarmante el de China.
No se trata de una visión pesimista a futuro, sino de una crítica a los tropiezos de los líderes, de la clase empresarial y por supuesto de nosotros: el pueblo latino. De hecho va más allá. Tras una serie de entrevistas con personajes clave y de visitas a los países “prodigio”, Oppenheimer confía en que si despertamos ya de nuestro letargo y nos dejamos de las viejas ataduras, el futuro para este punto del mundo será esperanzador, más allá de toda demagogia.
Mi propósito en este breve esbozo sobre Cuentos Chinos es hacer un análisis comparativo de lo dicho por el periodista pero enfocado principalmente a México y a su inserción en el mercado global.
Sin embargo, vale hacer la aclaración que si bien encuentro puntos debatibles en dicho bestseller, lo cierto es que, al igual que su autor, estoy convencida de que todo cambio es endógeno y que sí hay un futuro alentador para nosotros y para los que vienen. Al final, dicen, querer es poder.

El desafío asiático
Leer el primer capítulo de este libro resulta espeluznante, sobre todo por la certeza que da la frialdad de los números. Y es que en materia de delincuencia pareciera que nadie quita el primer lugar a Latinoamérica: 75 por ciento de los secuestros cometidos a nivel mundial durante el 2003 se registraron en este punto del continente, que apenas y concentra el 8 por ciento del total de la población. Peor aún, tenemos guerrillas, grandes cárteles del narcotráfico y una de las pandillas más sanguinarias de la historia: la mara salvatrucha (Oppenheimer 2006).
El crecimiento económico en la mayoría de estos Estados está estancado, pero lo único que aumenta vertiginosamente es la pobreza, la desigualdad y las brechas educacionales. De ahí que destaque lo dicho por Andrés Oppenheimer en este apartado: mientras nosotros seguimos crédulos de la demagogia política, en China, la comunista China, le apuestan a la educación de la gente como factor primordial de la competitividad. Sin ir más lejos, en el caso del Estado de Veracruz, la educación sigue siendo su asignatura pendiente –y reprobada- pues tan sólo en Soledad Atzompa, donde hay escasos 7 mil habitantes, la tasa de analfabetismo es de 42.27 por ciento, mientras que 65.66 por ciento de la población no concluyó la primaria. En promedio en todo el Estado la escolaridad de la población es de 7.7 años (Cuadernillos municipales 2006. Actualidad Municipal en Veracruz. 2007.)
Otro ejemplo de nuestras fallas: mientras nosotros enarbolamos la supuesta bandera de la soberanía, en Asía abren sus puertas a la privatización de miles y miles de empresas. Casos concretos de los tropiezos latinos son los de México y Venezuela. Por años se ha venido planteando la necesidad de privatizar las paraestatales de Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) y sin embargo la mayoría del Congreso de la Unión - y una buena parte del pueblo también-, se oponen, argumentando que Pemex es de los mexicanos, cuando por décadas su función ha sido la de caja chica del gobierno en turno: ahí está el Pemexgate. En Venezuela el problema no es muy diferente: años después de que grandes consorcios estadounidenses y londinenses llegaran con sus millonarias inversiones al sector petroquímico, el Presidente Hugo Chávez Frías decide que lo mejor para el país es que el Estado reasuma la tutela, pues aún y cuando las arcas están prácticamente vacías para sostener ese ritmo de trabajo y crecimiento, ante todo está librarse del “imperio yanquee”.
Mientras nosotros mexicanos nos enfrascábamos en cuestiones políticas de la sucesión presidencial y los escándalos de esa familia, China seguía avanzando para despojarnos de nuestro segundo lugar como exportadores hacia los Estados Unidos y, aún y cuando sigue avanzando, en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) recientemente presentado por el Presidente Felipe Calderón no se define una estrategia para mitigar el golpe que nos dará dicha potencia asiática (Plan Nacional de Desarrollo. Política Exterior 2007).
Podríamos hacer un tratado sobre los fallos político y económicos latinoamericanos, sin embargo me enfoco más a lo dicho por el escritor: resaltar las vías para salir del rezago. Entre los múltiples lineamientos destacan los acuerdos supranacionales que nos lleven al desarrollo y la competitividad y ayuden a reducir la incertidumbre con cada cambio de gobierno. Si bien hoy hay esfuerzos loables en la materia, como el Mercosur, hay también que ser realista y reconocer que la historia de la integración latina es la historia de los fracasos (ahí está la Comunidad Andina, por ejemplo).
O bien, ¿qué pasó con los cangrejos mexicanos que se dejaron destapados en su cubeta?

China: la fiebre capitalista
Pero, ¿por qué prepararse ante la amenaza china? De acuerdo con un estudio del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), para el 2020 China se habrá convertido en el contrapeso económico de los Estados Unidos. Los números hablan por sí solos: anualmente tiene un crecimiento económico en promedio de 9 por ciento –el mexicano es de 4 puntos-, aunque para dentro de poco más de diez años espera cuadriplicar la cifra, por lo que de cumplirlo habrá reducido drásticamente sus tasas de pobreza (Oppenheimer, 2006).
El primero que debe prepararse ante el surgimiento vertiginoso de la competencia es los Estados Unidos, no sólo por razones económicas sino porque el país oriental está buscando establecer alianzas que le ayuden a evitar los embates que el hegemón de occidente tiene bajo la manga, como la cuestión de derechos humanos de niños trabajadores, la ocupación en el Tíbet, o el apoyo, en todos los sentidos, que desde hace años viene otorgando a su enemigo: Taiwán (Wiharta, 2005).
En vía de mientras China alega un desarrollo pacífico y Estados Unidos, que reconoció a la República Popular China en la década de los 70's, establece la más grande representación diplomática en tierras comunistas.
La amenaza velada, por llamarla de alguna manera, radica en el hecho de que el prodigio chino pueda ser un modelo a imitar, en todas sus facetas, por los países latinos, lo cual traería consigo mayores índices de corrupción y formas modernas de explotación humana sustentadas en el principio de que el fin justifica los medios.
Por lo menos esto último, sino bien no es un proverbio chino ni una enseñanza de Confucio, le ha funcionado al Partido Comunista pues desde 1978, año en que inició su transformación económica con rumbo al capitalismo, una buena parte de la población carece del acceso gratuito a la salud o a la educación. Fue una exageración el intentar borrar de un plumazo una actitud paternalista que se venía fomentando de décadas atrás.
Peor aún puede ser para América Latina el tener un mayor número de representantes pseudo populares que únicamente buscan el autoritarismo cobijados en el principio de la no intervención, como Chávez Frías o Fidel Castro.
Hoy 60 por ciento de la economía china está privatizada, o en manos del sector no gubernamental como prefieren referirse ellos, además de que cuenta con cerca de 10 mil empresarios que superan cada uno una fortuna de 10 millones de dólares (Oppenheimer, 2006) –en México tenemos ya al hombre más rico del mundo, Carlos Slim, contra millones y millones de pobres-, empero, éste es un riesgo que corre pues, tal y como ha sucedido en otros países, ésta élite puede llegar a formar una oligarquía para preservar sus propios intereses y no tener que cumplir con el principio comunista de que una vez alcanzada la estabilidad económica, debe ser compartida.
¿Se puede ser un capitalista de espíritu comunista?, lo cierto es que a China le ha funcionado bien eso de persignarse con la izquierda y cobrar con la derecha.

El milagro irlandés
Pero China no es la única economía que ha logrado pasar del letargo a la bonanza: también aparece en la lista Irlanda.
Para el autor, el citar dicho ejemplo se basa en la lógica de las similitudes que Irlanda tiene con los Estados latinoamericanos: la idiosincrasia, una vecindad incómoda y problemas de la misma naturaleza como migración, desempleo y pobreza, retraso económico y agitación política.
Sin embargo, en tan sólo 12 años logró transformarse en uno de los países más ricos del mundo con el cuarto ingreso per cápita más alto y un crecimiento sostenido del 9 por ciento, a la par que es un centro tecnológico –el exportador más grande de software en el mundo-, y farmaceútico (Oppenheimer, 2006).
Su mérito radica en la manera en que lo hizo. Si bien, su incorporación a la Unión Europea en 1973 le valió un financiamiento millonario en ayuda, no fue el factor determinante para su crecimiento: fue la suma de voluntades.
Una muestra de lo anterior fue la firma de un acuerdo social entre empresarios y obreros, la reducción de los trámites burocráticos para abrir una empresa, la ampliación de la base gravable y, al igual que China, la inversión en la educación.
Si hacemos el comparativo específicamente con México, podríamos decir que estamos distantes –pero no imposibilitados-, para alcanzar ese milagro económico. Podemos ufanarnos de tener el sindicato más grande de América Latina, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), pero también uno de los más problemáticos. Y es que muchas veces son los propios sindicatos los que frenan la llegada de empresas con sus múltiples exigencias. Mientras que en Irlanda sólo bastan tres trámites y 12 días para abrir una empresa, en México son siete trámites y 51 días en promedio, eso sin mencionar las famosas "mordidas" para agilizar los trámites.
Hoy en día, en la nación azteca, es la minoría quien paga impuestos y la reforma fiscal se ve aún distante debido a las diferencias políticas entre las diversas bancadas en el Congreso de la Unión. Más allá de lo económico pareciera que aún no nos hemos percatado de cuán importante es el invertir en educación y sobre todo, reformar los planes educativos para adecuarnos a las necesidades del mercado: menos doctores de choferes y más técnicos especializados (por lo menos en Veracruz ya se piensa en ofertar la carrera de técnico petrolero en la Universidad Veracruzana).
Pero sin duda alguna el mayor reto que se nos presenta es el llevar a cabo una reforma estructural, tal y cómo sucedió en Irlanda, esto a consecuencia de los propios encontronazos partidistas.
Al igual que Oppenheimer, coincido en que si bien no es imposible lograr un cambio de un país inminentemente agrícola a una economía abierta, lo cierto es que en el caso mexicano nos tomaría mucho más que doce años; primero, porque Irlanda tiene 4 millones de habitantes y nosotros superamos los cien, segundo, porque es difícil que Estados Unidos nos dé una mano para impulsarnos y tercero, porque el deseo de cambio debe ser endógeno, no impuesto.



La “nueva Europa”

Prodigios económicos son repetitivos en Europa, tal es el caso de Polonia y la República Checa. Considerados antaño los más pobres de los pobres en el Viejo Continente, hoy se autodenominan, junto con otros países, la "nueva Europa" y, realmente se están convirtiendo en eso.
Antes de la Segunda Guerra Mundial eran países ricos y cultos sin embargo, el socialismo los empobreció. Su despegue, al igual que Irlanda, no fue únicamente gracias a la fórmula integracionista de la Unión Europea, sino por los riesgos que decidieron correr: llevar a cabo reformas económicas socialmente dolorosas a corto plazo que hoy les redundan en resultados positivos.
Destaca el caso de Polonia, un país cuyas características son muy similares a las de México: un alto número de su población es devota del catolicismo, siempre fijaron sus planes a corto plazo, colmados de una inmensa burocracia y corrupción. Incluso, nuestro país y Polonia ocupan la misma posición en el Índice de Transparencia, siendo más corruptos que Brasil, Colombia y Perú.
Lo que ha hecho este país de la nueva Europa a diferencia de México es ofertar mano de obra barata, pero calificada, reducir los impuestos para la llegada de más empresas a su territorio y sobre todo, ha invertido en la educación.
Esto le ha permitido tener un crecimiento sostenido de 6 por ciento, con un mercado de exportación de 450 millones de europeos. Junto con la República Checa han logrado, mediante la suma de voluntades, aumentar su predictibilidad pues la estabilidad política y económica son dos de los puntos que más interesan a los inversionistas.
Pero la misma población se ha involucrado en hacer la diferencia: el dominio del idioma inglés y la sobredemanda de carreras técnicas han hecho que los grandes consorcios transnacionales volteen los ojos hacia ellos, dejando atrás a países como Alemania y Francia, los cuales, tal vez en una postura cómoda y confiada, hoy se están convirtiendo en la vieja Europa.
Conforme a un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), las estrategias implementadas por estos países de la Europa Central son un riesgo para América Latina pues comenzará a desplazarla en la captación de inversiones extranjera.
¿Qué estamos haciendo nosotros para alcanzarlos o ya siquiera, para mitigar su embestida?, oponernos desde todas las trincheras al incremento de nuevos gravámenes, circular imágenes por todo el mundo de la clase de magisterio que tenemos como los que luchan en la APPO y sobre todo, seguir en una lucha interna política que no nos ha llevado a ningún lado.

Las falacias de George W. Bush

El próximo año, en nuestro vecino país del norte, se celebrarán comicios presidenciales, elecciones que sin duda alguna tendrán un matiz hispano. Y es que pese a la cercanía que tenemos con el hegemón, México, al igual que el resto de los países latinoamericanos está tan lejos y tan cerca del desarrollo.
El propio Oppenheimer reconoce que una solución asistencialista a nuestros problemas por parte de los Estados Unidos se ve distante, aunque creo que en este punto hay mucha tela de donde cortar.
Si bien durante la crisis financiera del 2004 el entonces Presidente William Clinton intervino para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) nos otorgara un crédito aún mayor para evitar nuestro ahorcamiento económico, lo cierto es que los gobiernos estadounidenses no están interesados en aventarnos un salvavidas.
Esto en parte se fundamenta en el hecho de que México y América Latina son la covacha estadounidense de donde obtiene a buenos precios sus materias primas y la mano de obra.
En el caso hipotético de que, en una actitud solidaria, Estados Unidos apoyara la construcción de infraestructura y el desarrollo de programas educativos, esto tendría un alto costo pues sería cederle una parte de nuestra soberanía y dejarle la puerta abierta a su intromisión.
Pero la realidad es que ni demócratas ni republicanos, ni Clinton ni George Bush, han estado interesados en formar equipo con nadie. Más allá de la dualidad de los discursos de los gobernantes estadounidenses, es de destacar que de llevar a cabo una política asistencias con América Latina, Estados Unidos podría dar respuesta a muchos de los problemas que hoy enfrenta como el narcotráfico y la migración.
Es precisamente este último tema el que representa un as bajo la manga para México pues el número de connacionales en territorio americano representa uno de los principales motores para la economía del llamado Tío Sam y hoy, todos los que aspiran a la silla presidencial han volteado sus ojos hacia el voto hispano.
De los males el menor, pues según un informe del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), para el 2020, México formará parte, junto con Chile, Brasil, Costa Rica y Uruguay, el grupo de los países más exitosos de este punto del continente, con democracias consolidadas.
Lo cierto es que mientras nosotros tampoco pongamos algo de nuestra parte, Estados Unidos continuará mirándonos de arriba hacia abajo.

Argentina, Brasil y Venezuela: una mirada al sur
Tras haber hecho un esbozo de la realidad económica, política y social de los llamados milagros económicos, es necesario comparar la triste realidad que se vive en Latinoamérica.
Argentina, Brasil y Venezuela son tres claros ejemplos del porqué no logramos despertar de nuestro letargo. Al igual que México, estos países han sufrido y siguen sufriendo, de gobiernos sin falta de visión, de líderes populistas y egocéntricos que no hacen más que caminar en círculos.
Llámese Bolivia, Ecuador o Colombia, iniciando desde la nación azteca hasta la Tierra del Fuego, pareciera que tenemos la misma idiosincrasia, un tanto altiva, un tanto pasiva, que crítica pero no propone, que golpea pero estira la mano para recibir.
Somos Estados débiles en nuestra gran mayoría, con pasados dictatoriales, economías prendidas de alfileres y con altos problemas de narcotráfico, pobreza y migración. Hemos tenido gobiernos corruptos, paternalistas que nos han dado a probar el pescado pero no nos han enseñado a pescar.
Ahí tenemos al mandatario argentino Néstor Kirchner, quien como dice Andrés Oppenheimer, no ha visto más allá de su nariz: no sólo ha sido cortoplacista sino que ha asumido una actitud aislacionista con respecto del resto del mundo.
Su homólogo brasileño, Ricardo Lula, un obrero que llegó a la silla presidencial mediante la cultura del esfuerzo, pareciera ser un ejemplo más positivo, aunque no del todo, pues busca el liderazgo de su país en toda América Latina, aunque sin el interés de que estos beneficios salpiquen a sus vecinos.
Venezuela, Venezuela es un caso aparte con un gobernante que parece más un bufón de la política. Hugo Chávez Frías es el fuego amigo en el continente pues, en lugar de propiciar una unión latina contra el impacto chino o estadounidense, ataca por atacar pareciendo una consigna ya tachar todo lo que venga del norte.
Las recientes decisiones que ha tomado, como por ejemplo el nacionalizar la industria petrolera o cerrar un canal de televisión, causaron una cascada de críticas por parte de la sociedad internacional, hecho que poco importó al venezolano, aún y cuando esto haya iniciado la fuga de capitales del país. Lo peor es que los pasos de Chávez aún no se detienen.
Y es que pareciera que cada país que conforma la llamada Latinoamérica actúa como una isla pérdida en un inmenso mar, de ahí que cualquier intento de regionalismo termine por fracasar (ahí está la Comunidad Andina, por ejemplo). Pareciera que hemos aprendido a vivir de lo que alguna vez fue la época de bonanza en nuestros respectivos países y las izquierdas retrogradas que proliferan en este punto del Continente estimulan el vivir del pasado. Nos hemos olvidado de levantar la cara y mirar hacia un nuevo futuro. Seguimos sentados los latinos lamentándonos por nuestra triste suerte.

México: el país que se quedó dormido
Tras la serie de ejemplos contrastantes que se han venido dando, en éste apartado podemos reafirmar los tumbos de México a lo largo de las décadas. Sin duda alguna, la debilidad de un Estado queda de manifiesto en sus problemas y, los de México, han sido los mismos por años: corrupción y gobiernos que velan únicamente por sus intereses partidistas.
Andrés Oppenheimer hace referencia en el letargo mexicano, a tres casos en específico: la "amenaza izquierdista" que representaba la asunción al poder de Andrés Manuel López Obrador; la falta de determinación del ex presidente Vicente Fox Quesada y, por supuesto, los encontronazos políticos como factor decisivo de nuestra parálisis.
A mi juicio, los tres ejemplos vienen entrelazados. México perdió seis años en una campaña presidencial precoz: mientras el gobierno en turno, el foxista se enfrascaba en una lucha interna por minimizar a sus contendientes, las oportunidades de crecimiento se estaban perdiendo. Mientras nuestros políticos se oponían a reformas estructurales para evitar que algún contrario llevara más agua a su molino, el país se mantuvo no sólo en un rezago económico, sino también democrático. Y es que desde este contexto pareciera que lo más importante para la clase gobernante es manejar a México como si fuera un tablero de ajedrez, en el que ellos son las piezas en busca de espacios. Desafortunadamente, en los últimos años hemos visto una proliferación de generaciones de políticos empíricos, improvisados, que han contribuido al fracaso de las políticas públicas con sus desatinos y falta de experiencia, siendo un claro ejemplo de esto el ex secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, un abogado que brincó de la iniciativa privada a la palestra nacional.
A lo anterior, hay que sumarle los encontronazos al interior del Congreso de la Unión, donde iniciativas cruciales para nuestro futuro como nación, como por ejemplo la reforma fiscal o electoral, duermen el sueño de los justos, permanecen en la congeladora.
Todos estos factores han propiciado la caída vertiginosa de México en los índices de confianza internacionales, aunque pareciera que es un asunto intrascendente para el interior del país.

América Latina en el siglo del conocimiento
A pesar de todas las deficiencias aquí enlistadas que tiene Latinoamérica, mucho se podría avanzar si compensara sus deficiencias a través de dos lineamientos básicos: el peso que se le da a las materias primas y por supuesto, a la educación.
En primer término este punto del continente se ha caracterizado por su riqueza en materias primas, más ha mantenido la firme creencia de que estas son la clave para sacarlo de su rezago. Hoy, como dice Oppenheimer, las naciones más poderosas económicamente son las que no tienen nada, como Israel, en donde gracias a la tecnificación alcanzada han hecho florecer sus desiertos y en medio del Neggeb cosechan fresas o naranjas. Dicho país del Medio Oriente asesora hoy a países latinos en cultivos con tecnología
La clave, no es dejar de lado sus materias primas, sino que, por el contrario, debe eficientarlas para sacar ventaja competitiva de éstas (Oppenheimer, 2006), tal y como lo ha hecho el hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim al entrar vertiginosamente a la era de la teconolgía.
En segundo término –no así por importancia-, está la educación: un porcentaje ínfimo se destina para tal fin, en carreras saturadas como leyes, medicina u odontología, que termina empleando a sus estudiantes como comerciantes, conductores de taxis o taqueros. El escaso porcentaje interesado en la ciencia y la investigación, como los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), se quejan por la carencia de recursos para desarrollar su tecnología, mientras que el gobierno hace caso omiso a su llamado.
De nueva cuenta la actitud paternalista de nuestros gobiernos queda de manifiesto en esta renglón pues la educación sigue estando subsidiada, principalmente la superior, siendo este uno de sus principales impedimentos para eficientarla. Coincido con el autor en que parte del auge a menos de nuestra máxima casa de estudios en el país, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obedece a la falta de mecanismos que la hagan más eficiente y eficaz, convirtiéndola en un nido de porros, principalmente en sus áreas de ciencias sociales.
Lo que fue una propuesta descabellada del ex candidato a la presidencia de la República, del priista Francisco Labastida Ochoa, pudo haber sido un paso para el despegue de México. Inglés y computación en todas las escuelas de educación básica; sin embargo, también es cierto que hay muchas necesidades básicas que atender y tan sólo Veracruz, las tiene con 4 millones de pobres en su territorio.

Conclusiones
Renovarse o morir dice un dicho y esa es la oportunidad que se le presentan a los regímenes latinoamericanos. La historia oscura de Latinoamérica, donde imperaba el hambre y las guerrillas, ha quedado atrás y hoy, la región ha conseguido un cambio en lo político a través de la democracia, ha probado estabilidad y madurez por lo que lo que viene ahora es el cambio económico.
Sólo hay que mencionar que bajo una visión Schumpeteriana la crisis de ayer es hoy para América Latina el inicio de una nueva era, la llamada “destrucción creadora”, el cambio endógeno del modelo venezolano será representativo para otras naciones (Schumpeter. 1951).
En el caso de México, en su reciente visita al Estado de Veracruz, el pasado 10 de julio, el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa aseguraba que en los últimos meses habíamos recibido 6 mil 500 millones de dólares por concepto de inversiones extranjeras, por lo que de continuar así –dijo-, en diez años más México se convertirá en una de las 5 economías más fuertes del mundo.
Lo cierto es que sin apostarle a la educación y a la tecnificación de la mano de obra, México, ni ningún otro país de América Latina, podrá avanzar hacia el umbral del crecimiento… ¿superaremos la prueba?









Bibliografía


«Cuadernillos municipales 2006. Actualidad Municipal en Veracruz.» Informe electrónico, Copladever, Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa, 2007.

Oppenheimer, Andrés. Cuentos Chinos. México, D.F.: De Bolsillo, 2006.

«Presidencia de la República.» Plan Nacional de Desarrollo. 2007. http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/index.php?page=democracia-efectiva-y-politica-exterior-responsable (último acceso: 10 de Junio de 2007).

Schumpeter, Joseph (1951) The Theory of economic development: an inquiry into profits, capital, credit, interest and the business cycle. Cambridge. Harvard (E?).

Wiharta, Alyson J. K. Bailes y Sharon. «Armed conflicts and international security: a factual and analytical review.» Instituto Elcano. julio de 2005. www.institutoelcano.org (último acceso: 15 de junio de 2007).

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