jueves, 13 de abril de 2017

Los jóvenes priistas, ¿excluidos con razón?



Por Yamiri Rodríguez Madrid

Como en cada proceso electoral, salieron los jóvenes priistas a demandar ser tomados en cuenta para las candidaturas a las presidencias municipales en Veracruz pero, principalmente para las regidurías pues, como bien dicen, hoy muchos en el PRI no quieren ser los abanderados sino los que van de uno en las planillas, pues son los únicos que la tienen segura.
A través de la llamada Red de Jóvenes por México, se quejaron de los males de siempre: que nunca son tomados en cuenta, que así como hay cupos por género, los debe haber también por edad y, ya emberrinchados, amenazaron con impugnar candidaturas y hasta irse en bola del partido si no les dan las posiciones edilicias que pelean.
Pero, ¿qué han hecho para merecer tal privilegio? ¿Tener 18, 25 años?, ¿Repartir una centena de despensas que algún padrino político les otorgó? Yo no he visto ni a los jóvenes priistas, ni a los panistas, ni a los perredistas, ni a los morenistas ni a los de ningún partido político, participando activamente por el bien de su comunidad.
Los hoy políticos encumbrados –o enquistados que sería el mejor término-, empezaron pintando bardas, boteando, volanteando, caminando y gastando suela.  En la actualidad, estos muchachitos se bajan de sus camionetas y autos de lujo climatizados y esperan que los candidatos les digan: ven por favor a sumar 200 votos a mi causa y llévate la posición número 1.
Lo único que han hecho ha sido denostarse entre sí, pasarse pegados al celular y creer que saben mucho más que los propios candidatos. Por supuesto, siempre hay sus honrosas excepciones, aunque no veo ninguna ahorita en el priismo de Veracruz.
Son 260 espacios, entre candidaturas, sindicaturas y regidurías las que pelean los jóvenes, todas por supuesto en las grandes ciudades como Xalapa, Veracruz, Boca del Río, Coatzacoalcos y Córdoba, donde tengan reflector y creen que de ahí podrán saltar a las diputaciones. Difícilmente les tocará media docena.
Lo cierto es que los chiquillos creen tener el gran capital político y no tienen ningún respaldo social, nadie los conoce, no tienen nada que sumar: lo único que pesa en ellos es un gran ego y muchas horas de planeación, pero nada aterrizan y aun así se ponen sabrosos con el partido y sus candidatos.
@YamiriRodríguez

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