martes, 12 de diciembre de 2017

Magaly no debió morir, ni Mara, ni Génesis, ni ninguna mujer…

Por Yamiri Rodríguez Madrid

La semana pasada vivimos de nueva cuenta el luto como sociedad tras el asesinato de  Ruth Magaly Hernández Marín, otra joven xalapeña que, para nuestras autoridades, se convirtió en un caso más de una estadística de 219 veracruzanas a quienes les ha arrebatado la vida tan solo en este 2017.

Afortunadamente los ciudadanos alzan la voz para exigir justicia mientras otros afirman que se vive una relativa tranquilidad en la capital veracruzana, mientras se cruzan de brazos ante lo que sucede en el conocido predio Santuario de las Garzas, o corren de los medios para no ser incomodados.

La Red de Mujeres Feministas del Estado de Veracruz (REMUFEVER) lamentó, una vez más, que no se atienda en nuestro estado la Alerta de Violencia de Género declarada y pidieron que se implementen acciones reales para la protección de las mujeres en espacios públicos.

El Movimiento de Regeneración Nacional, no sé si con interés genuino o por sacar raja política, fue el único partido que se pronunció por el asesinato de Magaly y se inconformó por las infructuosas acciones que han sido implementadas por diversas administraciones en Xalapa sin lograr disminuir los índices de feminicidios perpetrados.

El Santuario de las Garzas, paso obligado para acortar distancia entre colonias, se convirtió pues, en un ícono de la violencia contra las mujeres ante la complacencia de las autoridades: violaciones y feminicidios se han perpetrado durante casi dos décadas sin que se presente un solo responsable.  En la administración municipal de Reynaldo Escobar se hizo una jornada ciudadana tras el asesinato de una jovencita.  No hubo ninguna otra intervención social, por lo que los delincuentes recuperaron su espacio.

Pero desafortunadamente la violencia es el pan de todos los días en Veracruz.   Tan solo la semana pasada, en su solo día se registraron 19 asesinatos y hallazgos macabros, más los que se acumulan en los subregistros.

Las personas tenemos miedo de salir a las calles; los padres de familia tenemos terror de que nuestras hijas e hijos salgan solos porque, desafortunadamente, no sabemos qué va a suceder y mientras, nuestras autoridades nos siguen diciendo que las cosas no están tan peor. Eso señores, se llama indolencia.

@YamiriRodriguez

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