viernes, 24 de agosto de 2018

El escándalo por Uber




Por Yamiri Rodríguez Madrid
Hace más de dos años que Uber intenta entrar al mercado veracruzano, pero los sindicatos y federaciones de taxistas se han opuesto a la competencia.
A inicios del año pasado, por ejemplo, en el aeropuerto porteño, los sitios de taxi, que le sacan a uno un ojo de la cara con las tarifas, portaban carteles en los medallones de las unidades rechazando la entrada del servicio e, incluso, amenazaban con golpear a los osados que se fueran a parar por ahí.
Esta semana, taxistas porteños realizaron una mega manifestación sobre Ruiz Cortines y hasta prendieron fuego a una piñata para externar su rechazo.
Pero el malestar de los taxistas veracruzanos es el de muchos otros trabajadores del volante en otros estados. Empero, Uber trabaja con amparo en algunos puntos del país, con alta demanda de los usuarios.
Tal parece que no se tiene claro el concepto de competencia económica ni de oferta y demanda: competencia es el esfuerzo que realizan dos o más personas, comercios o empresas, para incrementar sus ventas al ofrecer más opciones de productos y servicios de mayor calidad a mejores precios.
A la par, recordemos que hay una Ley Federal de Competencia Económica que busca promover, proteger y garantizar la libre concurrencia y la competencia económica, así como prevenir, investigar, combatir, perseguir con eficacia, castigar severamente y eliminar los monopolios, las prácticas monopólicas, las concentraciones ilícitas, las barreras a la libre concurrencia y la competencia económica, y demás restricciones al funcionamiento eficiente de los mercados.
No se trata de dejar sin empleo a nadie, sino de mejorar el servicio que se presta.  A un Uber uno se sube y el conductor está en el 99 por ciento de los casos presentable, la unidad limpia y en buen estado; climatizadas; hasta agua le ofrecen y, sin ser el servicio de lujo, por un precio mucho más bajo que el del taxi con 200 antenas, las luces neón, la chunchaca sonando a todo volumen y el conductor que se va metiendo entre los carriles como dolor de costilla.  
Peor aún es la cantidad de taxis que han participado en la comisión de un delito, ya sea robo o secuestro y no es que Uber esté exento, pero hay un mayor control.
Dice el dicho que para todos sale el sol y quien hace bien su trabajo no tiene nada que temer.  Está en el usuario si decide tomar taxi o Uber por lo que sin duda pronto los veremos operar en la zona conurbada, aunque sea con amparo en mano.
@YamiriRodriguez

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