Yamiri Rodríguez Madrid
Pasadas las elecciones a las 212
presidencias municipales y con la cabeza fría, líderes partidistas y militantes deberían revisar en qué fallaron
y cuáles fueron sus fortalezas y si, con el saldo obtenido, es necesario hacer
cambios en sus dirigencias.
Acción Nacional, por ejemplo,
realizará su proceso de renovación en el mes de octubre, aunque ya hay cambios,
como el de Agustín Basilio de la Vega, quien la semana pasada anunció que dejaba
la Secretaría de Comunicación del Comité Directivo Estatal porque, como consejero
nacional, le había conferido otras encomiendas.
El Partido del Trabajo (PT)
también ya alista su proceso interno en el que quiere repetir Vicente Aguilar
Aguilar; el diputado federal Adrián González Naveda y la diputada local, Elizabeth
Morales García. Claro, también hay que decirlo que el PT tiene
una larga historia de líderes partidistas que se eternecen en el cargo, como el
famoso Cheque Flores.
En Morena, por más que el senador
Manuel Huerta Ladrón de Guevara, se frotaba las manos con quedarse para su grupo
la posición de la dirigencia estatal, Esteban Bautista se mantendrá en el
cargo, pues los resultados ya sin una figura presidencial en la boleta, fueron
bastante buenos.
El que ni por asomo muestra
señales de cambiar su dirigencia, pese a los desastrosos números, es el PRI.
Sigue en el un círculo vicioso en donde se engañan creyendo que avanzan, que
van muy bien, que son un verdadero contrapeso político, pero nada de eso es
cierto.
Movimiento Ciudadano, con Luis
Carbonell, tiene mucho por aprender, pues fue más la soberbia que los
resultados; muy verde para el encargo.
Al final, cada dirigencia sabe
perfectamente de qué pie cojea; cada una tiene sus propios números para
compararlos y hacer prospectivas, pero si ni para eso les da a sus líderes,
entonces que se quejen de cómo les va a ir en el 2027, que ya está a la vuelta
de la esquina.
@YamiriRodriguez
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