Por Yamiri Rodríguez Madrid/Washington
DC
Creado en el 2011, el Programa de
Ciudades Emergentes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es un instrumento de planificación y política
pública que permite estructurar y organizar inversiones en mejora de calidad
pública.
Un instrumento fundamental sobre todo
cuando a decir de los expertos, la huella urbana aumentó en múltiplos de 12 a
16 veces de los patrones normales, lo que a su vez provoca un mayor costo – de
hasta 5 veces-, para las autoridades proveer servicios públicos a las ciudades
que han crecido de manera desordenada.
En una charla en Washington, con Ellis
Juan, coordinador general de la Iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles,
el arquitecto colombiano expuso junto con otros expertos en la materia, la
importancia de repensar el desarrollo urbano de las ciudades, a fin de que
estas sean acordes a las necesidades de sus habitantes, pero sobre todo, que la
huella urbana sea planificada.
Pero interesante resulta también lo
expuesto por Horacio Terraza, coordinador de la Iniciativa para el Sector
Infraestructura y Medio Ambiente y el mexicano Ricardo de Vecchi,, quienes
reconocen que en algunos casos se han topado con el factor político como una
limitante para el desarrollo del programa y las obras.
Y es que muchas autoridades municipales
prefieren pavimentar 50 calles, que realizar una planta de tratamiento de aguas
residuales o un colector pluvial, pues estas últimas son obras enterradas que
no les significarán votos.
Los diagnósticos iniciales que realiza
el BID prácticamente desnudan a las ciudades, lo que choca con las ideas
faraónicas de algunos munícipes. Ahí están los casos de Mar de la Plata, en
Argentina, en donde el alcalde que puso en marcha el piloto de ciudad emergente
perdió las elecciones en tanto que en Montevideo, en Uruguay, la alcaldesa no
tuvo focos rojos en el diagnóstico, sólo amarillos, más les dio el tratamiento
de los primeros para que la ciudadanía tomara conciencia de los problemas de la
ciudad.
En Sao Paulo, aunque no es una ciudad
emergente, la autoridad municipal puso en marcha una serie de programas
urbanismo, los cuales elevaron su popularidad.
Al igual que en México, en Colombia, en
Brasil y en muchos otros países las alcaldías se renuevan cada 4 años, sin
embargo, con la apropiación de los proyectos por parte de los ciudadanos, se
garantiza su continuidad.
Otro punto primordial en el éxito de las
recomendaciones de la ICES es la capacidad
institucional, la capacidad de respuesta de los gobiernos locales, eso es lo
que hace la diferencia. De ahí que la recomendación de los expertos sea el
efectuar una desinfección política, para darle paso a ciudades ordenadas.
Y la transparencia y rendición de
cuentas viene de la mano, pues la gran mayoría de estos proyectos deben buscar
financiamiento. Tan sólo en el rubro de
ciudades inteligentes, con estos centros múltiples de monitoreo (muy al estilo
del C4 con el que contamos), se requieren inversiones de millones de dólares, a
los cuales obviamente los munícipes no pueden meterle mano al cajón.
Al final, se trata de pensar las
ciudades para la gente, no para los autos.
@YamiriRodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario