Yamiri Rodríguez Madrid
Hay que reconocer, en primera instancia,
el activismo de los vecinos de Las Ánimas por preservar este punto de la
capital veracruzana. Durante años se han organizado por diversas causas que les
atañen, todas siempre, por el impacto del desarrollo urbano de la ciudad. En
esta ocasión, si usted circula por la avenida Araucarias, podrá percatarse de
la cantidad de lonas que hay exigiendo un freno a los comercios sobre esa
arteria.
Se dirigen directo a las autoridades municipales,
pues son las que han autorizado el cambio de uso de suelo y, por ende, las
licencias para la venta de alcohol y la instalación de un sinnúmero de escuelas;
son también los que se hacen de la vista gorda ante las múltiples irregularidades
que ahí se suscitan de domingo a domingo.
Por ejemplo, casi ningún comercio tiene área
de estacionamiento por lo que los que llegan a comprar, sin el mínimo respeto
al prójimo, se paran con toda la calma en las cocheras de las casas y hasta en
doble fila para poder hacer sus compras a gusto. ¿Alguna vez ha visto circular
una patrulla por ahí o un agente de Tránsito que los multe?
A eso sume la apertura de negocios con
venta de alcohol que cierran hasta entrada la madrugada. ¿Se imagina ser su vecino e intentar
levantarse temprano todos los días para ir a trabajar? Y ya ni le digo lo que
implica circular por Araucarias o por Paseo de las Palmas con los cuellos de
botella que ahí se forman ya a cualquier hora. En un rato más igualito va a
estar el boulevard Europa.
Hipólito Rodríguez Herrero ya se va, por
lo que los reclamos de los vecinos de Las Ánimas ya no le quitan el sueño -de
hecho nunca se lo han quitado-, pero Ricardo Ahued Bardahuill que vive ahí y debe padecer lo
mismo que sus vecinos, ojalá los escuche y atienda los reclamos a partir del
próximo 1 de enero pues es en verdad, un verdadero caos. Urge poner orden.
@YamiriRodriguez
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