Yamiri Rodríguez Madrid
La semana pasada un indigente murió ante
los ojos indiferentes de decenas de xalapeños que caminaban en los bajos del
Palacio de Gobierno. Hoy hay un
debate sobre si el DIF Municipal fue negligente pues el estatal acusa que no
pasó el reporte. Lo cierto es que después de esta tragedia hay varias aristas
que tomar en cuenta.
Primero: el número de personas en
situación de calle que hay en la capital del estado. Muchos padecen de sus facultades mentales;
otros simplemente no tienen a donde llegar.
Se trata de un problema añejo al que nadie le ha querido entrar; una de
las principales razones es que la mayoría rechaza ser trasladado a un albergue;
prefieren soportar las bajas temperaturas del invierno xalapeño sobre un cartón
en la banqueta, que ir a uno de estos espacios.
Incluso, tiempo atrás se decía que había
redadas en otros estados, en otros municipios, donde durante las madrugadas se
les subía a camionetas de redilas y se les bajaba kilómetros muy lejos de donde
estaban, para que se convirtieran en problema de alguien más.
Segundo: el trabajo del DIF municipal ha
sido más que gris nulo y, el del estatal, anda por las mismas. No hay campañas preventivas, no hay trabajo
asistencial con estas personas, mucho menos una política pública para ayudarlos.
Vaya, ni siquiera una bebida caliente, un bocado.
Tercero: no solo para el DIF los
indigentes son invisibles; para nosotros también. El que todos los que pasaban por ahí
voltearan la mirada hacia otro lado nos da una muestra del grado de egoísmo en
el que estamos inmersos, de indiferencia ante el dolor ajeno. Nos hemos
acostumbrado a vivir en medio de la violencia descarnada; su normalización ha
provocado que la muerte de una persona que cayó en el infortunio, prácticamente
a nadie le importe. No toda la culpa
es de las autoridades. Como sociedad,
hagamos examen de conciencia.
@YamiriRodriguez
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