Yamiri
Rodríguez Madrid
La Cámara de Diputados aprobó apenas este martes el proyecto que reforma
la Ley Aduanera y lo envió al Senado. Más allá del pulso político, el texto
tiene consecuencias inmediatas para la actividad portuaria veracruzana, porque
mueve las reglas del juego en tres frentes: control digital, régimen de
recintos y profesionalización del despacho. Si el Puerto de Veracruz quiere
sostener su liderazgo en el Golfo, deberá leer la letra chica no como amenaza,
sino como hoja de ruta para ganar competitividad.
La reforma agrega requisitos de control y vigilancia digital para
autorizar recintos fiscales, fiscalizados y estratégicos. Traducido a muelles:
cámaras, trazabilidad, integración de sistemas y evidencia electrónica de cada
movimiento. Para terminales y maniobristas en Veracruz esto implica inversiones
en sellos electrónicos y custodia digital, hasta en analítica de riesgo para
identificar anomalías en flujos.
Quien ya invirtió en automatización tendrá ventaja; quien no, enfrentará
un costo de cumplimiento que puede apretar sus márgenes desde ya. Pero el mismo
estándar, bien aprovechado, reduce tiempos de estadía, baja mermas y abre la
puerta a corredores confiables. El diferencial será quién convierta el
cumplimiento en servicio premium.
La reforma también endurece sanciones para los recintos fiscalizados
estratégicos (RFE) cuando salgan mercancías sin cumplir formalidades de
retorno. Esto toca fibras sensibles en Coatzacoalcos, pieza del Corredor
Interoceánico, y en operaciones de transformación temporal Veracruz Puerto. Si
Veracruz aspira a capturar mayor nearshoring, este punto es clave.
Otro aspecto importante de lo aprobado es que la patente de agente
aduanal tendrá vigencia de 20 años y se exigirá certificación cada 3. Las
agencias aduanales que no inviertan en talento y tecnología perderán terreno
frente a firmas con equipos multidisciplinarios.
Para el usuario, esto puede significar honorarios más altos al inicio,
pero con menos rectificaciones, multas y demoras. La ecuación cierra si los
tiempos de despacho bajan y la previsibilidad sube.
Y por último se crea un Consejo Aduanero, presidido por Hacienda, con
atribuciones sobre otorgamiento, suspensión e inhabilitación de patentes y
agencias.
La reforma endurece controles y sanciones, sí, pero también ordena el
tablero. Los puertos que se queden en el “cumplo porque me obligan” perderán
márgenes ante cada inspección. Los que moneticen el cumplimiento, con data
usable, ventanas rápidas, y cero sorpresas, ganarán participación.
Veracruz tiene la masa crítica, los patios y las rutas. Con esta
reforma, lo que definirá el partido no es el tamaño del muelle, sino la calidad
y la disciplina del proceso. Quien ponga eso en el centro, convertirá un cambio
regulatorio en ganancias.
@YamiriRodriguez
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