miércoles, 11 de diciembre de 2013

La agenda verde de México

 
 
Por Yamiri Rodríguez Madrid
 
En los últimos 20 años, en nuestro país surgió una necesidad incesante de firmar acuerdos ambientales: tan sólo de 1990 al 2003, se adoptaron poco más de 160 acuerdos, lo que suma cerca de 500 de carácter internacional.
Por ejemplo, algunos de los acuerdos más importantes firmados por la nación azteca, han sido el Protocolo de Montreal, de Kioto o el Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos.  Así, tenemos una agenda verde, una agenda gris y otras sin categoría, aunque lo cierto es que el groso de la población las desconoce.
Pese a todas las firmas, la capital del país sigue siendo una de las más contaminadas en la tierra sin que se tomen verdaderas políticas en la materia. Ejemplo de lo anterior es que hace unos años, el gobierno del Distrito Federal tuvo que ampliar el programa Hoy No Circula hasta los días sábado, esto debido a los altos grados de contaminación que se han alcanzado.  En contra parte, poco se dice que se compran más vehículos para poder tener la facilidad de desplazarse, lo cual termina siendo un ciclo vicioso o que de los resultados de las inspecciones a toda la industria prácticamente son desconocidos para la mayoría de nosotros.
Veracruz es otro claro indicativo de lo anterior en su relación con Petróleos Mexicanos (Pemex): cientos de ductos de la paraestatal atraviesan la entidad, y Pemex, que es una de las factorías más importantes no sólo a nivel latinoamericano, sino mundial, asegura contar con las certificaciones ambientales más importantes y recientes.
Tal pareciera que el tema ambiental en México es meramente política en papel y no una preocupación concreta: sólo basta hacer una revisión constante a la prensa para darse cuenta que son diarias las noticias de mortandad de peces, tráficos de especies, ríos contaminados con amoniaco u otras sustancias, confinamiento ilegal de askareles, tala inmoderada de nuestros bosques y muchos otros ejemplos que se podría aquí enumerar.
Veamos a los de enfrente: de acuerdo con analistas políticos como Fabían Bosoer, catedrático de la Universidad de Buenos Aires, el talón de Aquiles del Mercosur fue precisamente el tema ambiental: el delgado hilo que pudo hacer quebrar el acuerdo comercial.
A fin de atraer inversiones, Argentina y Uruguay dejaron asentarse en sus fronteras a empresas celulosas finlandesas; años después la factura ambiental comienza a cobrarse.   Ambas naciones latinas se echan la bolita sobre de quién es la responsabilidad de atender la contaminación que se está generando. Para México no hay mucha diferencia.
Nuestros problemas ambientales pueden ser la clave para muchas de nuestras transacciones ante el mundo, son parte de la imagen del país que queremos proyectar.  Sólo basta recordar que aquellos estados que se erigen como los más modernos son los más limpios pero también los más severos en la aplicación de las leyes en la materia, por lo menos la gran mayoría (Estados Unidos no).
Los países llamados tercermundistas son caracterizados -además de su inestabilidad política-, por la falta de cuidado en sus recursos naturales, sus altos grados de contaminación y sobre todo, por sus fallidas políticas ambientales.
Ojala, que ahora que el Plan Nacional de Desarrollo ha sido presentado, esto no quede en letra muerta: ¿De qué nos sirve entonces tanto acuerdo y tratado si al final estos no se hacen respetar?
 
Twitter: @yamirirodriguez

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