viernes, 29 de noviembre de 2013

Veracruz y el desafio asiático II

 
Por Yamiri Rodríguez Madrid
 
 
Hoy, todos somos participes de que se está construyendo un nuevo orden mundial y China es un factor clave en este proceso. Como se explicaba en la pasada entrega, en el caso específico mexicano, este estado nos ha desplazado  como segun­do socio comercial de los EU, por lo que se hace indispensable contar con mayores herramientas analíticas para definir el curso de las relaciones exteriores de nuestro país hacia esta parte del continente asiático.
Y es que mientras nosotros seguimos crédulos de la demagogia política, en China, la comunista China, le apuestan a la educación de la gente como factor primordial de la competitividad.  Nientras nosotros enarbolamos  la supuesta bandera de la soberanía, en Asía abren sus puertas a la privatización de miles y miles de empresas.  Casos concretos de los tropiezos latinos son los de México y Venezuela.  Por años se ha venido planteando la necesidad de privatizar las paraestatales de Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) y sin embargo la mayoría del Congreso de la Unión - y una buena parte del pueblo también-, se oponen, argumentando que Pemex es de los mexicanos, cuando por décadas su función ha sido la de caja chica: ahí está el Pemexgate. 
En Venezuela el problema no es muy diferente: años después de que grandes consorcios estadounidenses y londinenses llegaran con sus millonarias inversiones al sector petroquímico, el entonces Presidente, Hugo Chávez Frías decidió que lo mejor para el país era que el Estado reasumiera la tutela, pues aún y cuando las arcas estaban prácticamente vacías para sostener ese ritmo de trabajo y crecimiento, ante todo estaba el librarse del “imperio yanquee”.
Mientras nosotros mexicanos nos enfrascábamos en cuestiones políticas, China seguía avanzando para despojarnos de nuestro segundo lugar como exportadores hacia los Estados Unidos y, aún y cuando sigue avanzando, en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) recientemente presentado por el Presidente Enrique Peña Nieto, no se define una estrategia para mitigar el golpe que nos dará dicha potencia asiática.
Podríamos hacer un tratado sobre los fallos políticos y económicos latinoamericanos, sin embargo, resaltar las vías para salir del rezago.  Entre los múltiples lineamientos destacan los acuerdos supranacionales que nos lleven al desarrollo y la competitividad y ayuden a reducir la incertidumbre con cada cambio de gobierno.
Si bien hoy hay esfuerzos loables en la materia, como el Mercosur, hay también que ser realista y reconocer que la historia de la integración latina es la historia de los fracasos (ahí está la Comunidad Andina, por ejemplo). 
A pesar de todas las deficiencias aquí enlistadas en el caso mexicano contrastado con el chino, mucho se podría avanzar si compensara sus deficiencias a través de dos lineamientos básicos: el peso que se le da a las materias primas y por supuesto, a la educación.
En primer término este punto del continente se ha caracterizado por su riqueza en materias primas, más ha mantenido la firme creencia de que estas son la clave para sacarlo de su rezago.  Hoy, como dice Andrés Oppenheimer en su libro Cuentos Chinos, las naciones más poderosas económicamente son las que no tienen nada, como Israel, en donde gracias a la tecnificación alcanzada han hecho florecer sus desiertos y en medio del Neggeb cosechan fresas o naranjas.  Dicho país del Medio Oriente asesora hoy a países latinos en cultivos con tecnología
La clave, no es dejar de lado sus materias primas, sino que, por el contrario, debe eficientarlas para sacar ventaja competitiva de éstas, tal y como lo ha hecho el hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim al entrar vertiginosamente a la era de la teconolgía.
En segundo término –no así por importancia-, está la educación: un porcentaje ínfimo se destina para tal fin, en carreras saturadas como leyes, medicina u odontología, que termina empleando a sus estudiantes como comerciantes, conductores de taxis o taqueros. 
El escaso porcentaje interesado en la ciencia y la investigación, como los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), se quejan por la carencia de recursos para desarrollar su tecnología, mientras que el gobierno hace caso omiso a su llamado.
De nueva cuenta la actitud paternalista de nuestros gobiernos queda de manifiesto en esta renglón pues la educación sigue estando subsidiada, principalmente la superior, siendo este uno de sus principales impedimentos para eficientarla. 
Renovarse o morir dice un dicho y esa es la oportunidad que se le presentan a los regímenes latinoamericanos.  La historia oscura de Latinoamérica, donde imperaba el hambre y las guerrillas, ha quedado atrás y hoy, la región ha conseguido un cambio en lo político a través de la democracia, ha probado estabilidad y madurez por lo que lo que viene ahora es el cambio económico.
Sólo hay que mencionar que bajo una visión Schumpeteriana la crisis de ayer es hoy para América Latina el inicio de una nueva era, la llamada “destrucción creadora”, el cambio endógeno del modelo venezolano será representativo para otras naciones.
Lo cierto es que sin apostarle a la educación y a la tecnificación de la mano de obra, México, ni ningún otro país de América Latina, podrá avanzar hacia el umbral del crecimiento… ¿superaremos la prueba?
 

 
 

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