jueves, 31 de octubre de 2013

La muerte sale cara

La muerte sale cara
 
Por Yamiri Rodríguez Madrid.
 
Noviembre es el mes de los muertos.  En esta época del año el papel picado, las calaveritas de azúcar, chocolate y amaranto, las veladoras y el naranja del Cempasúchil engalan los altares de muertos en el país.  Sin embargo, para morirse basta cualquier día del año, eso sí, que no lo agarre desprevenido pues es un gasto en el que pocos nos “ponemos vivos”.
Los servicios funerarios en Xalapa los hay de todos los precios: desde el ataúd más económico que tiene un costo de mil 300 pesos, hasta de 28 mil pesos dependiendo si es metal, madera preciosa o la copia del féretro de algún famoso.
Ricos pobres, mexicanos, extranjeros, hombres o mujeres, jóvenes o ancianos, lo cierto es que todos tarde o temprano tenemos que morir, de ahí que el negocio de las funerarias se mantenga siempre vivo, aunque últimamente se ha ido adecuando a las necesidades del mercado.
La caja de muerto más sencilla tiene un precio de mil 300 pesos: aunque es de triplay, está decorada con encaje blanco, gris o morado, dependiendo del gusto de los deudos.
Por este costo los familiares obtienen además la sala de velación, el servicio de café para los asistentes así como un par de cirios.
Más barata es aún la caja de entierro para niños, pues debido a su tamaño sólo tiene un precio de 500 pesos.
Los ataúdes más vendido sin duda alguna son los de acero, que en un paso de diez años terminan por desbaratarse; estos tienen un precio promedio de 10 mil 500 pesos e incluyen al igual que los anteriores, la sala de velación, los sirios, el café y el té.
Pero hay quienes quieren morir con estilo, claro está, siempre y cuando su bolsillo se los permita.  Para ello las funerarias ofrecen toda una serie de materiales de las cuales pueden estar fabricados los ataúdes: nogal, pino, cedro, caoba, palo de rosa o acero inoxidable. Pueden llevar también en las esquinas pequeñas réplicas de esculturas como La Piedad de Miguel Ángel o bien sobre la tapa una copia del crucifijo diseñado por Dalí o una imagen biselada de la Virgen de Guadalupe.
Ahora, hasta la tumba se puede llevar el estilo de vida de quien usted admiró algún día pues hay réplicas del ataúd de la Princesa Diana (Lady Di), el Papa Juan Pablo II y hasta de Luis Donaldo Colosio para los políticos, por unos módicos 30 mil pesos.
A esos súmele, traslado en caso de ser requerido, el terreno en el panteón o la cremación, las flores, el café etcétera.
Pero más allá del gasto de cada familia, hay otro aspecto importante en la muerte: la falta de espacios en los cementerios de la ciudad.   El 5 de febrero, declarado Patrimonio Histórico, dejó de funcionar en 1950.   El Xalapeño, está a punto de llegar a su máxima capacidad y Palo Verde, como dicen, no canta mal las rancheras.
Aunque en la pasada administración municipal se había anunciado la construcción de un nuevo campo santo en las afueras de la ciudad, nada ha pasado, mientras a diario los panteones se siguen saturando
Y es que lo único cierto es que todos, todos, vamos para allá…
 
@YamiriRodríguez

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